Los partidos ¿en qué están?

Los partidos ¿en qué están?

RAFAEL TORIBIO
Como ya es conocido, y también sufrido, los partidos políticos tienen asignadas en el sistema político en general, y en la democracia en particular, funciones esenciales de las cuales dependen la gobernabilidad en el primero y la consolidación y expansión en la segunda. La estabilidad en el sistema político y la profundización de la democracia dependen, en gran parte, de la calidad en el desempeño de las funciones que deben realizar los partidos políticos.

Algunas de estas funciones tienen que ser desempeñadas, necesariamente, desde el poder del Estado, pero otras no, ya que pueden, y deben, ser realizadas desde la oposición.

Recientes experiencias nos indican que cuando los partidos no desempeñan adecuadamente esas funciones caen en el descrédito, hasta llegar a colapsar, dando entonces lugar al surgimiento de «políticos aventureros» que terminan agravando los problemas, en vez de resolverlos. A menos partidos no hay siempre más democracia.

Contraviniendo lo indicado anteriormente, con todo el riesgo que implica, una parte importante de los partidos que no están en el poder, desde hace ya mucho tiempo, especialmente en estos momentos, no asumen la responsabilidad de ser oposición y los demás permanecen ausentes de los problemas que preocupan a la ciudadanía. Ni hacen oposición, ni participan en los debates de los grandes temas nacionales. Sus preocupaciones no son las preocupaciones de los ciudadanos y de las ciudadanas.

Por esta falta de responsabilidad de los partidos, el actual gobierno no ha tenido, ni tiene en la actualidad, una real oposición política. Pero esta suerte del gobierno es una desgracia para el país porque no existe la fiscalización de las decisiones y acciones del Poder Ejecutivo, ni análisis y propuestas alternativas, como tampoco el debido contrapeso, tan necesarios en la democracia.

Quizás esta lamentable situación se ha debido a que después de las elecciones los otros dos partidos mayoritarios quedaron muy disminuidos por las luchas internas, con desmembraciones incluso, y a los efectos normales de perder unas elecciones presidenciales, después de haber impuesto la reelección, en el caso del PRD, y con una votación muy baja, en del PRSC. Amplía la explicación el hecho de que muchos de los partidos «emergentes» terminaron aliados con el ganador, y que otros están dedicados a un proceso de unificación para tratar de constituirse en reales opciones de poder. Por las razones que fuera, lo cierto es que los partidos en la oposición no están cumpliendo con sus funciones.

Pero además de no hacer oposición, decíamos que las preocupaciones de los partidos no son las de la ciudadanía. ¿Qué partido, de manera institucional, ha fijado una posición respecto al DR-CAFTA, al problema energético, a la construcción del Metro o de la Isla artificial, al Plan Familiar de Salud, pospuesta su ejecución en ocho oportunidades, a la reforma fiscal que deberá ser aprobada este año o en el próximo, a la reforma constitucional? Todo lo más que hemos escuchado con relación a estos importantes problemas nacionales son las declaraciones de algunos dirigentes políticos, realizadas de manera particular. Los partidos, como tales, están sin nada que hacer como oposición y sin nada que decir, excepto lo relativo a sus particulares problemas.

Pudiera argumentarse que, en esta oportunidad, la renuncia a desempeñar funciones que les corresponden y a responsabilidades que les son propias, se debe, por lo menos en el caso de los mayoritarios, a que en estos momentos se encuentran en las elecciones internas de sus autoridades. Respecto a estas elecciones, algo que ha llamado la atención ha sido el enorme despliegue de propaganda, incluyendo vallas y anuncios por televisión, de candidatos que deben buscar los votos entre los militantes del partido, en razón de que estas «primarias» no son abiertas, sino cerradas. ¿Tan importante es ser miembro de un organismo de dirección, para realizara esos gastos?

Pero esta actitud en los partidos de no estar en conexión con los problemas de la ciudadanía, viene de lejos. Empezó cuando las diferencias ideológicas entre partidos fueron sustituidas por solamente las programáticas, el poder se transformó en un fin en sí mismo, la organización del partido se entiende que es fundamentalmente para ganar las elecciones, no necesariamente para realizar una buena gestión, y cuando se preocupan más de sus problemas particulares que de los que padece la mayoría de la población.

En este panorama de renuncia a funciones y responsabilidades por parte de los partidos, ha correspondido a un sector del Congreso Nacional asumir, en cierta forma, la labor de oposición democrática al gobierno que no están haciendo los partidos, y colocar en el debate algunos de los problemas que preocupan a los ciudadanos y ciudadanas del país. A propósito, se debe resaltar el protagonismo últimamente asumido por algunos legisladores en asuntos políticos de gran trascendencia, como ha sido el caso en los resultados de la elección de autoridades internas en el PRD. ¿Estaremos asistiendo, quizás, a la creación de una nueva mayoría en ese partido, alrededor de algunos legisladores? El tiempo lo dirá, pero hay palpables evidencias de que se marcha en esa dirección.

rtoribio@intec.edu.do

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