Las organizaciones populares, especialmente las políticas con trayectoria de lucha democrática, no les pertenecen solo a sus miembros y dirigentes; son activos de la sociedad, a través de las cuales los ciudadanos de cualquier ideología o creencia, pueden en un momento determinado canalizar sus inquietudes y utilizarlas como instrumento para impulsar conquistas sociales, económicas o políticas, si importar los errores que hayan podido cometer.
Todas las organizaciones, especialmente los partidos, ahora más que nunca, deberían cuidar su imagen pública con acciones que les procuren mayor credibilidad. Que la gente puede confiar plenamente en ellos. Que no dejen ninguna duda con sus actuaciones, y que además vayan avaladas con conductas coherentes.
Las acciones incongruentes de algún dirigente no solo afecta a la organización en pleno, sino a la nación entera, porque cuando una de sus herramientas principales se debilita, igualmente se transfiere ese debilitamiento a la democracia, lo que constituye la vía más expedita para el autoritarismo. Y en la actualidad hay mucha gente preocupada porque observan cierta tendencia oficialista hacia la ampliación de poderes que pudieran quebrar el brazo de la balanza democrática.
Las experiencias demuestran que muchos políticos desde el gobierno no escatiman esfuerzos para lograr sus objetivos, más aún, cuando confunden los principios éticos y morales con su afán de mantenerse en el poder. Hay dirigentes que se regocijan admitiendo bellaquerías, para demostrar sus habilidades. La suposición de acuerdos por debajo de la mesa, ha causado muchos dolores de cabezas como divisiones internas en las organizaciones nacionales y han sido motivo para que mucha gente de la población contemplativa y otros que participan de forma activa, pierdan la credibilidad hacia ellos.
Existen muchas formas de hacerle el juego a los contrarios, sobre todo en materia política: Actuando como opositor, pero atacando el objetivo principal del otro; simulando que están en desacuerdo, pero adoptando posiciones convenientes. Eso ha formado parte de las estrategias que se aplican desde los gobiernos, con partidos, organizaciones, comunicadores, etc.
En el Congreso por ejemplo, cuando el gobierno pretende la aprobación de un proyecto, puede pactar con la asistencia o con la ausencia de representantes de partidos contrarios. Con su presencia para hacer quórum, o con la ausencia de algunos para lograr determinado porcentaje requerido en otros casos. Por esas y muchas otras razones, especialmente los partidos con mayor responsabilidad por su presencia, tienen que poner todo el empeño a fin de evitar acciones individuales o de grupos que puedan confundir a la población.
El PRD en particular tiene que definir de manera más clara su posición frente al tema de la reforma constitucional, así como su participación en la Cumbre, por ser la organización más representativa de la oposición. Su responsabilidad frente a la sociedad es muy grande. De ello podría depender que la sociedad le otorgue una nueva oportunidad; así como de su habilidad para evitar ser víctima de su capacidad fragmentaria. Que ha sido una aliada favorita del poder.