Los partidos y su definición

Los partidos y su definición

TEÓFILO QUICO TABAR
Los partidos políticos, aún con todas sus imperfecciones, falta de definición, así como heterogénea y muchas veces confusa composición, siguen siendo la mejor vía para que los ciudadanos continúen encauzando sus inquietudes políticas y sociales. A pesar de que no pueden hacerse ya muchas diferenciaciones desde el punto de vista ideológico, hay que impulsarlos a que reinicien esfuerzos por lo menos para que se logre mayor redefinición en lo programático y en la visión que cada uno tiene de la sociedad.

Si la globalización en materia ideológica ha empujado a casi todos los partidos a deslizarse por la misma cuesta, la diferencia entonces habrá que marcarla por el tipo de vehículo, nave o yagua que habremos de utilizar para que la caída sea más o menos segura, productiva o riesgosa. Las redefiniciones entonces habrán de darse, ya no bajo la estigmatización de derecha o izquierda, de atrasados o avanzados, de reaccionarios o revolucionarios.

Paradójicamente una cantidad increíble de jóvenes y personas de todas las edades manifiestan sus deseos de participar en política. Ese síntoma es demasiado bueno para desaprovecharlo. Este es un buen momento para que se le dé un nuevo impulso a la visión que cada uno tiene de la sociedad. Su concepto de Nación, de la familia, de desarrollo.

Probablemente si los partidos caminaran por esa vía, se podría dar una mejor redefinición en cuanto a su composición. A pesar de que años atrás contábamos con la efervescencia revolucionaria, el misticismo ideológico y las definiciones programáticas, los partidos se agruparon por muchísimas razones de forma heterogénea. Las cuestiones ideológicas representaron la mínima expresión y tenemos hoy en un mismo partido gente con tan variada concepción de las cosas, como grupos religiosos existen.

Incluso, aunque pueda ser considerado una herejía, la no presencia de líderes carismáticos y de profundo arraigo popular al estilo de Balaguer, Bosch y Peña Gómez, ayudaría en lo que podría ser una nueva etapa de recomposición y redefinición partidaria, puesto que su peso no gravita con tanta contundencia. No estamos planteando que se les olvide, o que los que forman parte de uno se vayan para otro partido. Se trata de que los que están agrupados en uno en particular, tengan una misma concepción de las cosas. Que haya un común denominador, comenzando por la dirigencia. Evitar lo que a menudo ocurre, que un dirigente máximo manifiesta criterios totalmente divorciados de lo que ha planteado tradicionalmente su organización. O que militantes y dirigentes salten de un lado a otro sin rubor ni consecuencias.

Los dirigentes y las personas tienen derecho a escoger el camino que entiendan. Eso forma parte de su libre albedrío, del derecho inalienable y del respeto a su dignidad. Pero se le da un mal ejemplo a la población, con estos saltos sin motivos fundamentales. Los partidos tienen que definir mejor lo que son los principios. Se esgrimen mucho, pero poco se sabe de ellos.

La presencia de líderes y de dirigentes con fuerza. El surgimiento de figuras con características especiales que le dan las preferencias dentro de una organización y a veces dentro de la sociedad, nadie las puede pasar por alto. Nadie puede ignorar la existencia de estos fenómenos, que ya hemos analizado. Pero su presencia tiene que ir acompañada de lo que denominamos como proceso de redefinición o recomposición. Que haga las organizaciones políticas más homogéneas en cuanto a ideas y objetivos. No solo el de llegar al poder.

La existencia de las corrientes debería darse enmarcadas dentro de la concepción que el conjunto de hombres y mujeres que la conforman tiene. Las corrientes deberían representar enfoques, estilos, propuestas dentro del parámetro de lo que la organización en sí misma representa, no solamente aspectos personales.

Como nuestro país ha sido definido arrítmico en materia política, hay que aspirar a continuar por el sendero de los partidos políticos fuertes, públicos y abiertos. Civiles, democráticos y definidos. No mirar hacia senderos cercanos o lejanos. Los partidos con sus imperfecciones son mejor cobija que algunas sábanas blanqueadas como los sepulcros, con las que nos quisieran arropar.

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