Luego de pasarme dos años de mi vida (2017-2019) defendiendo una posible Ley de Partidos y Ley de Régimen Electoral, que sentara las bases de una competencia más transparente y garantista, entendía que si asumíamos el método de primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO), serviría para aminorar la “dedocracia”. Agregando regulaciones, alternativas y mecanismos reales para controlar, de manera más efectiva, los costo de las campañas, y aportando ciertas soluciones para equilibrar la visibilidad de quienes aspiran a plazas electivas.
Luego de tantas propuestas, debates y discusiones, lo que resultó fue una Ley que permite a cada partido elegir cualquiera de los métodos existentes para la selección de sus candidaturas: proclamación, asamblea de delegados, primarias o encuestas, así como también, un método de limitación de recursos poco eficiente.
De las primarias abiertas hemos aprendido que cuesta mucho movilizar personas en octubre para luego movilizarlas otra vez en mayo, quizás por eso, es que hay países donde ir a votar es obligatorio para la ciudadanía, evitando o reduciendo ese gasto en movilización de quienes -si no es bajo ciertos mecanismos- no van o no pueden ir a votar.
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De las primarias cerradas hemos aprendido que se convierten en “tierra de nadie”, aunque el Tribunal Superior Electoral puede interceder cuando se hace una denuncia, aún así, los altos rangos de los partidos influencian bastante. Tampoco, por ser cerradas dejan de ser caras, además, que está el riesgo de que el padrón puede salir de un vaciado de nóminas públicas y hasta privadas, con las informaciones de personas hasta sin su consentimiento para favorecer a algún candidato/a.
El método de encuestas es el más fácil, funciona mejor para candidaturas uninominales, siempre y cuando, la diferencia sea con un margen amplio, pero no es usual decir lo mismo cuando se trata de candidaturas plurinominales, sobre todo, cuando se aspira por primera vez -salvo contadas excepciones- y aún se trate de una figura popular que aspire a una diputación o regiduría, no significa que su nivel de conocimiento es directamente proporcional al interés que suscite su candidatura.
Este método, tiene un riesgo importante de alta manipulación y poco margen para apelación.
Las asambleas de delegados, es la muestra más fehaciente de la “democracia representativa”, porque unos pocos representan a toda la militancia, permitiendo el voto solo a quienes ocupan ciertos puestos internos, desde presidentes de comité de bases o intermedios, hasta miembros de su dirección o comité central o política. Por lo cual, queda en el criterio de unos pocos la selección de quienes estarán en la boleta de una organización partidaria. Esto es también una extensión del imperativo “tierra de nadie”.
Al final, la democracia en la que entendemos vivir no es tal, ni siquiera porque fuera de su significado epistemológico -que ya es imposible viabilizarla- el camino a ser representantes de la población puede verse afectado por “medalanaganariedades”, desigualdad, imposiciones, abusos de poder, y uso desmesurado de recursos. Hemos aprendido y aceptado que quienes tengan circunstancias favorables, deben usarla. Rogamos a Dios que la usen para bien. Cómo todo lo que pasa en esta época, NADA ES NUEVO, las cosas son solo SUPERLATIVAS. La política en esta etapa “post-moderna” es, en suma, un Hacktivismo o un Slacktivismo ubicuo, con una cantidad industrial de opinólogos y una inversión híper extraordinaria.
No es que cualquier tiempo pasado fue mejor, pero cuando sólo existían 4 canales de TV, tres o cuatro periódicos de circulación nacional y la radio, tampoco era nuestra época de mayor democracia, pero sí de vida más simple y de fines politicos algo mas claros. Ahora, con la ampliación de los medios, las redes sociales, la cantidad de especialistas en cada pequeña cosa, los retoques fotográficos, la alta definición, la radio televisada, asesores y demás; hemos sentado la base de la nueva “democratización” ¿Pero cómo rayos es que con tanta “facilidad” en la actualidad lo que ha crecido es el desinterés?
Este es el nuevo dilema o paradigma, camaradas.