Paradójicamente y también displicente, la gran mayoría de las personas que tienen años analizando y hablando de política; no acaban de comprender que la misma tiene tres elementos inalienables, y que los mismos dentro del realismo son los que le dan vida a su ejercicio pragmático. Estos son, que la política no es matemática, que en la misma nada sucede de manera fortuita y, que mucho menos nada es gratuito. En virtud de ello, en la comunicación política de hoy han nacido y resucitado unas concepciones que se han constituido en las amenazas de todos los ciudadanos.
La Postverdad.
Dentro de ese abanico de ignominias y estratagemas la postverdad de Steve Tesich y David Roberts, es el enemigo público No. 1 de todos los humanos; igual o más peligrosa que una bomba nuclear. Aunque la misma aparece por primera vez en 1992 y puesta en boga con el Brexit y el triunfo de Trump, no es otra cosa que, la radiografía de la Sociedad Orwelliana que presentó el gran escritor británico Eric Blair en 1949 en su famosa obra 1984. Dentro de esa distopía las personas son puestas a creer en cosas que no son reales; sobre todo, después de la aparición de los llamados “datos alternativos” de Kellyanne Conway.
El Nacionalismo.
De igual forma, con la resurrección vertiginosa del nacionalismo napoleónico, el mismo que desde los inicios de los movimientos independentistas sirvió como doctrina positiva para la germinación de la concepción libertaria. Empero, en el siglo XXI cuando se creía que habían desaparecido las reminiscencias del nacionalismo Hitleriano padre de la conflagración más grande del mundo; hoy es el hijo preferido de la comunicación política. Por eso, están viviendo con nosotros y amenazando al mundo Donald Trump, Marie Le Pen, Geert Wilders, Netanyahu, Norman Hofer, Beppe Grillo y muchos otros.
El Astroturfing.
En esta “sociedad teledirigida” del gran Sartori, que es la era de las pasiones y ajena a las razones; el Astroturfing es la fuente primigenia de la comunicación política del siglo XXI. Esa técnica del marketing que consiste en ocultar al verdadero emisor de un mensaje propagandístico o que lo hace pasar por una expresión espontánea, es un controvertido método que crea popularidad ficticia para que otras personas estén más proclives a aceptar esa idea, marca o producto que se desea promover. Las más comunes hoy son, comprar seguidores, utilizar bombs para generar tendencias y la simulación de apoyos concepto puesto de moda en la frase Hamiltoniana: ¡Es el pueblo que lo pide!
La Necropolitica.
Asimismo, el filósofo y cientista político africano Achille Mbembe ha puesto al desnudo un concepto que se desprende de la teoría de Talcott Parsons. La necropolítica, es la lógica más perversa del discurso político de hoy, contentiva en imponer la violencia y la muerte como instrumento de dominación política. Por ejemplo, el despojo de la dignidad humana de grupos o minorías sociales. Estamos viendo un darwinismo y la microfísica del poder reproductivo de Foucault; planteando quien debe vivir y morir como Hitler, Mussolini, Duterte, Bolsonaro, Big Daddy, occidente contra el ISIS, y las sentencias chinas, etc.
La Antipolitica.
En ese mismo orden, dentro del ardid de la comunicación una de las concepciones de mayor virulencia social es la llamada antipolítica de la política. La misma, ha dado al traste con la ascensión al poder de advenedizos, fascistas, populistas y neonazis; la gran mayoría de ellos esperpénticos totalmente ajenos al manejo de la estructura de un Estado y, que en la práctica han creado más problemas que sus antecesores del sistema. Con el agravante, de que se asumió de manera anómala que antipolítica significa querer cambiar el sistema; cuando solo es una exigencia de rectificación para que el sistema funcione.
El Gaslithing.
Con la llegada del Donald Trump a la casa blanca, también llegó el Showpolitics al mundo como agenda mediática, pero no como una técnica de desahogo de la política sino; como una argucia de abuso psicológico que consiste en presentar información falsa para hacer dudar a los ciudadanos de su propia memoria, de su percepción o de su cordura. Con el gaslithting de George Cukor que en política no es otra cosa que, un “Smokescreen” para esconder la verdad o los impactos negativos. Esa estrategia en el país se nota viendo la primera prueba de punta catalina; cuando la noticia real es la perdida de la ADP.