No se ve, no se toca y nadie se hace responsable, no obstante su popularidad ha crecido como espuma desde que irrumpió en la escena mundial en 2008. Circulan 12 millones y cerrará en 21 millones. El peligro está en el alto grado de anonimato, se compra bitcoin para hacer transferencia de capital sin control oficial, para comercio y servicios electrónicos, operaciones públicas imposibles de rastrear, se desconocen dueños y beneficiarios.
Amaga con instalarse en el país, en dos o tres plazas comerciales y hoteles alguien ha colocado terminales de computadoras, desde donde se negocia con monedas virtuales. Hay que interrumpir ese proceso por razones que explico, anda por ese camino el comunicado del Banco Central de la semana pasada. Advierte sobre los riesgos que corren los que compren, conserven o usen la moneda virtual. Agrego yo, los que se dejen llevar de cuentos chinos y con ahorros en pesos, dólares, euro y/o otras divisas, compren bitcoin, les dice que no tendrán a quien acudir cuando se pinche la burbuja y pierdan su dinero. Porque con la velocidad que se gana, también se pierde. Que la moneda virtual no tiene una autoridad que supervise y minimice los riesgos.
Su uso tiene capacidad potencial para evadir el pago de impuestos, por ejemplo, ganancia de capital, y burlar controles para transferir cualquier cantidad de dinero. Tengo la seguridad que son temas bajo estudio por la DGII para ponerles candado. También con capacidad potencial para distorsionar el sistema de pagos, es lo que explica la rápida intervención del Banco Central.
No ha sido gratuito preservar la estabilidad del peso, el costo histórico ha sido enorme desde el origen de la República. Como también nos lo cuenta la historia económica mundial, la primera responsabilidad de imprimir billetes aquí también recayó en la banca comercial. República Dominicana estaba despoblada, por milla cuadrada apenas 7.7 personas, aunque la población crecía anualmente en 2.6%, cuando en 1869 Buenaventura Báez otorga la primera concesión para instalar un banco comercial, con capacidad para emitir billetes nacionales, su nombre Banco de Santo Domingo, propiedad de la Prince & Hollester de New York.
Nunca abrió sus puertas y sin éxito diferentes gobiernos lo intentan diez veces, hasta que en 1889 el dictador Heureaux autoriza a la Sociedad Credit Mobilier de París, para que instale el Banco Nacional de Santo Domingo, el que tuvo un rol relevante en la ruina financiera del Estado Dominicano en los noventa del siglo XIX. Heureaux lo interviene y lo transfiere a la Santo Domingo Improvement Company, firma de New York que se convierte en instrumento de Washington para controlar de manera indirecta las finanzas públicas. Hasta ahora la única empresa extranjera expulsada del país por corrupción. Esa es otra historia.
El Peso se consagra como unidad monetaria y el Banco Central encargado de su emisión cuando se modifica la Constitución de la República en 1947, para derogar la prohibición que tenía el Estado dominicano de emitir papel moneda. De ese año para acá, numerosos son los hechos históricos que deben contarse para tener idea sobre el incuantificable costo de la estabilidad del peso, para lo que tampoco tengo espacio. Finalizo diciendo, cuidado con el bit coin.