José Cestero es un artista infinito, y su retrospectiva en el Museo de Arte Moderno lo demuestra por la diversidad de las obras expuestas, aunque cuantitativamente pocas en relación con las pinturas, a menudo “dibujos-pinturas”, que él hizo… en casi seis décadas.
Buena parte de ellas son “retratos imaginarios” de personas y personajes, de la calle, de la historia, de la actualidad, del arte, hasta de la literatura y la música. Del muy culto Cestero y de sus héroes, se podría escribir una monografía…
Apropiación y obras maestras
José Cestero manejó como nadie en el arte dominicano la apropiación en el arte: él se inspiraba de una obra hecha por un gran clásico y la modificaba, convertida en un Cestero. Unas cuantas solamente… pero contundentes.
Es una “re-creación” del modelo pictórico (o arquitectónico, explicaremos esta observación), con su propio estilo, técnica y formato. Aunque hubiera podido hacer una copia perfecta, ¡él transformaba y reformaba libremente!
Aquella creación en segundo grado surgía de un impulso interior.
Lo más importante de este proceso fue el “Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa”, de Van Eyck , que Cestero pintó en varios ejemplares y tema de una exposición. La calidad de factura demostraba su dominio académico, y los cambios -autorretrato, espejo, perrito- reflejaban imaginación y humor, aunque él mantenía respeto por el original.
Segunda fuente histórica, “Las Meninas” de Velázquez fueron alteradas por Cestero, en tamaño y técnica, hasta llegar a una estupenda inspiración dual, sumando Velázquez y Picasso.
Hoy es 22/2/2022: ¿Qué dice la numerología y qué hacer?
La exposición del Museo de Arte Moderno enseña ambas apropiaciones.
Mencionamos también el modelo arquitectónico. La visión de la ciudad histórica, sus monumentos seculares, su “medio ambiente”, no los percibimos solamente como paisajes urbanos, sino imágenes atesoradas que la mente y la mano de José Cestero “recrearon”, desde la memoria visual y a modo de homenaje.
Algunos ejemplos no faltan en la retrospectiva.
Ahora bien, la escritura forma parte del discurso pictórico, y quien se pone a descifrar una grafía a la vez descuidada y elegante, descubre aforismos y reflexiones personales. Los homenajes de Cestero incluyen la palabra, como parte del cuadro.
Retratos heroicos siempre
La más famosa novela de todos los tiempos, «El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha», prestó a José Cestero su fabuloso héroe.
¡Se volvió autorretrato del artista… su lanza-pincel en mano, su paleta-escudo, su caballete-molinos de viento… No hay probablemente un héroe que más se le asemeja como el Quijote, y aun su autor, Miguel de Cervantes, que no cosechó reconocimiento… como el mismo Cestero durante años.
José Cestero piensa, vive y crea entre fantasmas de personajes, que se le parecen bastante o mucho, y que él resucita en la tela.
El tupido árbol genealógico de sus modelos pictóricos, ancestrales y actuales, extiende sus ramificaciones desde las personalidades, nacionales e internacionales más ilustres, hasta los íconos de la miseria como la lisiada de la calle El Conde o el Doctor Anamú y sus misteriosos libros…
El espacio manda al crítico de arte. Para saber más del maestro y su ilimitada obra, que vayan al Museo de Arte Moderno, donde tal vez tengan la suerte de encontrarse con José Cestero, de “complexión recia, seco de carne, enjuto de rostro, gran madrugador”.
Así, Cervantes perfiló al más famoso de los hidalgos.