Los pobres que fabricamos

Los pobres que fabricamos

BIENVENIDO ÁLVAREZ-VEGA
Hay quienes piensan que hablar de pobreza abundante en la República Dominicana es una exageración. Otros dicen, de manera resignada, que pobreza y pobres hemos tenido siempre, y no faltan algunos políticos de  alto nivel que tienen la osadía de afirmar, con aire de sapiencia pero tras  los bastidores, que la pobreza no pasa de ser un invento de los organismos internacionales. Los primeros admiten de manera implícita que en el país hay pobreza y pobres, pero matizan la afirmación y observan que no son tantos como se dice. Los segundos aceptan los hechos con determinismo histórico, como si los pobres no importaran, porque siempre han estado presentes. Los terceros son más cínicos y solo piensan en los beneficios que burócratas y expertos derivan del tema de la pobreza y los pobres.

Pero lo cierto es que la pobreza existe en la sociedad dominicana y, más todavía, que la tenemos delante de nosotros, al lado, o, cuando más lejos, al doblar de la esquina.  Y no crea usted que son pocos los pobres, alcanzan una tasa elevadísima, una de las más elevadas de los países de América Latina y el Caribe.

En la República Dominicana alrededor de la mitad de la población vive en condiciones de pobreza. Para cientos de miles de personas la pobreza tiene otro nombre: indigencia. Esto significa que millones de hombres y mujeres, incluidos niños y ancianos, carecen de los ingresos suficientes para satisfacer sus necesidades básicas,  quiere decir para alimentarse de acuerdo a las normas nutricionales, para asistir a la escuela dentro de las edades correspondientes, para acceder a agua potable, para vivir en casas con ciertas condiciones de higiene y de comodidad, etcétera.

Esta gente, que suma millones de personas, generalmente está ubicada en la amplia base social, económica y política de la sociedad, o sea, en la cola. El desempleo le afecta con mayor intensidad que a otros grupos humanos, las enfermedades más elementales abundan en su hábitat y su participación en la vida pública es mínima. Antes se decía que estas personas vivían alienadas por la miseria, cosa que yo creo aunque ya la sociedad haya renunciado a este lenguaje.

Los economistas suelen decir que los pobres forman parte de los deciles de la población de menores ingresos personales y familiares. Es decir, dividen la población en 10 partes iguales y a cada una asignan los ingresos que reciben sus integrantes, los cuales son diferentes. Por ejemplo, los dominicanos y dominicanas que ocupan el primer decil (10%) son los que menos ingresos reciben. Estos perciben el 1.7% de los ingresos de la nación, de acuerdo a estudios correspondientes a 1992. Pero en el otro extremo, en el decil número 10, está el grupo de los más ricos, el cual percibe el 40.8% de los ingresos nacionales. Estamos hablando de una diferencia abismal, una diferencia que expresa la  concentración de capital que caracteriza a la sociedad dominicana de estos tiempos.

También podemos ponerlo de esta forma, de acuerdo a los mismos estudios: el 60% de la población dominicana “disfruta” del 25.8% de la renta nacional y el 40% restante absorbe un poquito más del 74%.

Estos no son simples números. Si usted lo cree así está equivocado. Esta es una realidad que se expresa en la calidad de vida, en la calidad de los alimentos, de la educación, de la salud, de la vivienda, del agua potable  y de muchas otras cosas. También se expresa en algo que las élites parecen no haber considerado seriamente: en el consumo de bienes y servicios. 

Pero la verdadera tragedia reside, apreciado lector, en la indiferencia de los gobiernos hacia este fenómeno. Y hablo de todos los gobiernos que se han sucedido desde el 30 de mayo de 1961, los gobiernos de la llamada etapa democrática.

 El liderazgo político del país  solo se acuerda de la pobreza y de los pobres en las campañas electorales, cuando anda detrás de los votos para subir las escalinatas del Palacio Nacional. Después, cuando ganan las elecciones, cuando llegan al poder y se sientan en la famosa silla de alfileres, gobiernan con políticas y medidas como si los pobres y la pobreza no existieran.

Después de todo, no puede ser de otra manera porque precisamente son estos políticos y sus partidos los que han gobernado durante los últimos 45 años para que la sociedad dominicana sea como es: desigual, llena de inequidades por todas partes, con pobreza educativa y con un desarrollo económico e institucional famélico como la misma  pobreza.

bavegado@yahoo.com

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