El escandaloso e increíble caso del enorme negocio de drogas y lavado de dinero que sin nombres sonoros abarcaba un amplio espectro social del Cibao, confirma el sentir de la gente seria de que el país está podrido por las acciones de sus miembros más militantes para dedicarse a los negocios ilícitos.
Ya no es la campaña para combatir la corrupción estatal, con los casos bajo la lupa de las autoridades judiciales, que abrumados por el voluminoso trabajo, les será difícil que puedan abocarse a llevar a juicio de fondo los casos descubiertos. Ahora se le agrega la operación Falcón con ribetes mucho más amplios que no es solo apropiarse de los recursos oficiales.
Todos estos casos, de malversación de recursos públicos y engaño al fisco, apuntan a los umbrales de un narcoestado donde los sectores sanos de la sociedad están rodeados de una cáfila de negociantes ilícitos.
Estos han hecho de la política el trampolín para subir socialmente y equipararse a esos lavadores de dinero y traficantes de drogas internacionales para competir en un mercado que se ve adornado por la majestuosa serie de edificios residenciales que a todo lujo se levantan no solo en la Capital sino que ya Santiago compite con el surgimiento de edificaciones que tan solo hace diez años no se soñaba que tal cosa pudiera ocurrir en la sociedad cibaeña de vanguardia que se creía chapada a la antigua conservando los valores de la ética y de la honestidad.
La operación Falcón ha servido para acabar de despertarnos y darnos cuenta que dormíamos con el enemigo destructor de la sociedad.
Todo lo que se tocaba tenía un olor a lo ilegal, que a raudales se desbordaba a todos los niveles produciendo un proceso letal de manera que todos los delincuentes tenían su protección y admiración en los sectores urbanos y rurales.
Y es que conviven y dispensan sus favores para asistir a sus vecinos que no están involucrados en ese mercado. Hasta poblaciones importantes están arropadas por el delito, que casi no produce víctimas mortales, para acomodar la ilegitimidad a los intereses de los narcos.
Y el grupo social más carcomido por el dinero ilícito penetrando por todos los recovecos ha sido el político. Desde las elecciones del 2000 nunca como antes las posiciones legislativas han sido absorbidas en más de un 50% por el narcotráfico con un suministro de dinero abundante, y generosamente dispensado, a quienes dan la cara para apoyar las acciones en especial la de los dueños de bancas que se aposentan en sus curules como respetables ciudadanos apoyados en sus negocios basados en los juegos de banca y lotería, aparte del lavado de dinero sucio provenientes del trasiego de drogas y otros negocios mas repudiables como la trata de blancas y mas ahora con las hermosas venezolanas disponibles.
Afortunadamente nos gobierna un joven político que no admite indelicadezas y está con un ojo avizor sobre sus colaboradores. Ya algunos han demostrado su tradición de pensar como corruptos y han sido separados de sus cargos para evitar que caigan en la tentación de retornar a los tiempos del 2000 al 2004, cuatro años perdidos no solo por la rapacidad de muchos políticos sino por la incapacidad de gobernar apropiadamente.
Operación Falcón nos ha revelado que dormíamos con el enemigo
Hasta poblaciones importantes están arropadas por el delito
Por suerte el joven político que nos gobierna no admite indelicadezas