Concluyó el 2011. Llega el 2012,  con el arrastre de todas las frustraciones y las desesperanzas acumuladas, por  las  crisis que impactaron  a todos los sectores de las más diversas formas, y que en la recién pasada época navideña se ocultaron para que la población olvidara sus calamidades.

 El logro de sostener la estabilidad macro-económica durante el año, con un índice inflacionario cercano al 8%, un crecimiento decente para el promedio del continente del 4.5% y una prima con poca fluctuaciones,  tan solo las que las mismas autoridades estimularon, permitieron que el país experimentara impulsos positivos en determinadas áreas  de la actividad económica.  Se aseguró  una relativa paz social, que solo se perturbaba con las constantes huelgas, por quítame una paja,  en algunas poblaciones del Cibao Central.

 Como es costumbre, los sectores productivos del sector agropecuario, se tiraron a muertos y declararon su estado de bancarrota, mientras que al hacer esos anuncios,  en los estacionamientos de los locales donde se reunían,  estaban repletos de jeepetas del año.

Así mismo, los políticos de la oposición y sus economistas vaticinaron durante el 2011 toda clase de calamidades, que gracias a Dios ninguna se cumplió y el país pudo respirar dentro de sus  limitaciones con tranquilidad y  en paz.

 Frente al evento electoral de mayo venidero, el prematuro y tremendo desenfreno político matizó el 2011, que ha volcado los recursos de los dos principales partidos, para, uno aferrarse  al poder, y el otro, para desplazarlo  bajo la sombrilla de una feroz ola de la violencia que ha llevado la intranquilidad a todos los rincones del país.

Por otra parte, en el 2011 se extendió el manto de la impunidad que creció con el trasiego de las drogas. El país  es ya un trampolín y zona de operaciones de envergadura de los carteles de la droga sudamericana para su envío a la costa este norteamericana, vía Puerto Rico, e impulsarla para hacerla llegar a Europa. Pese a los grandes decomisos, más de ocho mil kilos, la ineficacia y complicidad de las autoridades ha hecho que los capos de la droga, atemorizados ante la violencia mejicana y centroamericana, se aposenten en el país. No hay dudas que el florecimiento del mercado inmobiliario tiene un  ingrediente determinante de un blanqueo bien maquillado y mejor realizado.

La novedad del 2011 fue  ver de cómo el gobierno  ha frenado el aumento semanal de los precios de los combustibles,  ya que por el evento electoral que se avecina,  buscan por todos los medios rehacer su maltrecha popularidad, dándose cuenta de cómo la población está  decidida a suicidarse, al buscar precipitarse en manos de un candidato carismático,  pero al frente de una maquinaria política incapaz y corrupta. 

La estabilidad macro-económica  fue el fruto de una inteligente y prudente política económica y financiera bien mantenida, en que el FMI tuvo una participación y apoyo, pero que ahora se muestra cauto y receloso ante las señales de un derrotero iniciado para hacerle frente a la orgía electoral de gastos  furiosos. 

El 2012 arranca con el arrastre de los temores muy reales de que la fortaleza  económica  se resquebrajaría peligrosamente, si el criterio político dominante predominara sobre la realidad de lo que ha sido hasta ahora un ejemplar programa de sostenibilidad económica.