Los precios «desarman» al Presidente

Los precios «desarman» al Presidente

No importa lo que diga el señor presidente de la República en cuanto al futuro electoral de este país se refiere. No serán las huelgas, no serán «movimientos violentos», no será nada de eso que lo obligará a pensar «en solitario», sin escuchar las palabras de los adulones que quieren seguir secando las ubres de la vaca nacional…si es que le queda algo.

A Mejía lo estremecerán, y de mala manera, algo que se llama… ¡Precios!

El PLD tiene, en su estrategia, un recurso increíblemente sólido. Se trata del «antes» y «después»…en los precios.

Y es algo que, verdaderamente, hasta a nosotros, que tenemos la responsabilidad de ir al supermercado una vez por semana, nos dió la seguridad de que al mismo tiempo que se acerquen las elecciones, esos precios estarán cada vez más altos.

Si hoy miles de familias dominicanas están pasando la clásica «hambre de cuadritos», dentro de seis meses esas mismas familias, y miles más, simplemente no tendrán con qué comprar nada para comer.

Si en el término de tres años y dos meses y medio el huevo ha subido un 500 por ciento de precio; la cebolla un 900 por ciento; la lata de leche un 213 por ciento; el ajo un 244 por ciento; el gas licuado un 317 por ciento; los plátanos un 789 por ciento; la yuca un 700 por ciento; el pollo un 250 por ciento; el pan un 500 por ciento, sin contar la gasolina premium (un 160 por ciento); la electricidad más de mil (1000) por ciento y, en general, todo lo demás, entonces no hay que ser un genio para deducir que el señor Mejía, en unas elecciones «limpias y transparentes», haría el más gigantesco de los ridículos.

En lo único que Mejía ha acertado es en aquello de que «todavía nos falta mucho por hacer», aunque mejor habría sido decir «todavía nos falta todo por hacer», además de deshacer todo lo malo que se ha hecho en este siglo (del 2,000 «pa^lante»).

Agregue a esto el famoso «gasto social», compuesto por «eptecientoas» «botellas», centenares de inspectores de la Presidencia y de ayudantes presidenciales, además de todo el «coro» que rodea a los eximios miembros del PPH, y tendremos un futuro borrascoso…si es que hay un futuro.

Pero eso no es todo. Falta el ultradelicado problema de los préstamos. Este país ha sido endeudado en este siglo «hasta la tasa» y pretende (el gobierno), seguir endeudándose. Pero si lo hace será con la complicidad del FMI, del Banco Mundial de Desarrollo, del Banco Interamericano (o como se llame) y de bancos comerciales extranjeros que no sabemos lo que buscan aquí.

Y, por favor, no nos vengan los centenares de periodistas «privilegiados» que tiene este país a tratar de hacernos creer que «todo está bien», que somos uno de los países más sólidos de Hispanoamérica y demás estupideces semejantes.

De lo que sí estoy seguro es de que si el señor Mejía insiste en que es el nuevo Mesías, o un Trujillo en ciernes, sin la divinidad del primero y sin la inteligencia, don de mando y crueldad del primero, este país está más que expuesto a empantanarse en la «guerra del hambre», en la «guerra contra la rampante corrupción» y en «la guerra contra la impunidad».

Y esa guerra, señor presidente, nos tocará a todos los dominicanos, desde los que están más abajo, que lucharán por su supervivencia, hasta los que están en lo más alto, que lucharán, ¡qué coincidencia !…por lo mismo. Que Dios nos ampare, incluso hasta los que no creen en El y que lo prueban con sus actuaciones.

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