POR ÁNGELA PEÑA
El paso del cacique Hatuey de la Española a Cuba y la navegación del indígena en canoa fueron los primeros factores para el intercambio cultural entre las antillas. Mar, islas, canales, pasajes, costas, causas, esclavitud, búsqueda de libertad, fugas aborígenes, advertencias de opresión y resistencia son el resumen que ofrece el profesor José Antinoe Fiallo Billini para definir esa interacción temprana.
La palabra preventiva de Hatuey en su dimensión transisleña es una muestra sencilla de los inicios de la vocación libertaria antillana desde las sociedades originarias y que va extendiéndose progresivamente en la medida en que la larga duración se abre, significó el intelectual en una de las más abarcadoras ponencias del primer Seminario Internacional sobre pensamiento Antillanista.
Basado en una rica documentación histórica que reprodujo, el catedrático universitario expositor continuó con la dominación colonial, las reacciones y rebeliones contra la esclavitud, los alzamientos, revoluciones, guerras de liberación, protestas, ocupaciones e intervenciones poderosas para evidenciar unos trasiegos, unas redes, planeadas, espontáneas, circunstanciales, unas cadenas, a veces interesantes como fenómenos multiculturales que evidencian el surgimiento de una nacionalidad transnacional antillana cuando los sujetos se involucran en proyectos y propuestas comunes.
Analizó la revolución y la reconstrucción haitianas, la conspiración de los italianos en Santo Domingo Español, la rebelión en la colonia francesa y las dimensiones de lo que llamó una estrategia continental: la Geopolítica bolivariana. Su análisis abarcó el itinerario de Juan Pablo Duarte por zonas caribeñas, la guerra restauradora que desde su estallido rebelde inicial tiene una impronta antillanista y bolivariana, tanto por la participación de sujetos no originarios dominicanos como por la valoración antillana de la insurgencia en curso.
Afirmó que el antillanismo comenzó a tomar un cuerpo más sólido a través de la insurgencia y la guerra, al crear un compromiso más profundo de las redes en construcción. Además del apoyo de los dominicanos a las luchas puertorriqueñas, cubanas, venezolanas, haitianas, Fiallo Billini se refirió al respaldo de los pueblos hermanos en contra de las tiranías. Para él, la unión antillanista se exacerbó a finales de la década de los cincuenta del siglo XX a raíz de la caída de Pérez Jiménez en Venezuela y Fulgencio Batista en Cuba, acelerando el desarrollo de las redes rebeldes.
Destacó el apoyo de gobiernos, instituciones y pueblos al exilio antitrujillista y luego se trasladó a 1965, al haitiano Jacques Viau Renaud y al Comando Constitucionalista de los Haitianos que operaba en la calle Francisco Henríquez y Carvajal 71, a los que luego se les unió el padre Jean Baptiste Georges.
Jacques Viau y el comando Constitucionalista de Haitianos en la Revolución de Abril son un testimonio de la isla como proyecto de transformación popular y de las Antillas como potencialidad plural. Y esas redes, organizaciones y agrupamientos eran extensos. En el centro de la Guerra de Abril no sólo están los haitianos sino los dominicanos y dominicanas que al pasar por Cuba atravesaron un aprendizaje internacionalmente aceptado para armar la rebeldía, y agregó al español Manolo González que vivió en esta ciudad, luchó en ella y murió en ella…, porque para Fiallo Billini, pasar de la Patria Chica a la Patria Grande, a la Gran Confederación, es una transformación en la subjetividad que nos permite ir y venir, sentirnos de allá y de aquí, vivir allá, aquí y acullá, y morir allá o aquí.
LA FOTOGRAFÍA Y EL CARIBE
Una reveladora exposición fue la de Karin Weyland, profesora de Intec, que presentó la manera en que han sido vistos y juzgados los pueblos a través de la fotografía que han puesto a circular arqueólogos, etnólogos y otros exploradores de paso o residente en los diferentes países. Su disertación estuvo basada mayormente en las que tomó Herbert Kriegger durante las primeras décadas del siglo XX, aunque también se refirió a las de Walter Townsend, Frederick Fout, George Dotter, en otras fechas y lugares. La intención de muchas de esas fotografías, características de la época, era documentar las prácticas humanas de los españoles, llevando al Caribe a un estado de pobreza y deficiencia, y por lo tanto, justificar la intervención norteamericana en la región como ente salvador de los nativos pobres y desprotegidos, observó.
La fotografía del sigo XIX describió al Caribe y a su gente como dependientes, fáciles de gobernar, con capacidad para el hábito de trabajo, sin embargo, sin ninguna organización eficiente y con una cultura pasiva, posible de americanización que conformó el discurso colonial dominante que todavía tiene vigencia durante las primeras décadas del siglo veinte.
Agregó que Kriegger realizó visitas y excavaciones en República Dominicana, Haití, Cuba, Bahamas, Puerto Rico, acompañado de su cámara, utilizando como referencia la mirada imperial/colonial del gobierno de Estados Unidos en la región a partir de 1898.
Ilustrando sus consideraciones con fotos, la acuciosa investigadora histórica reveló los viajes de Herbert Kriegger al país durante la ocupación norteamericana de 1916 y en el trujillato cuando, según sus consideraciones, los campesinos, negros, obreros y mujeres eran excluidos de proyectos de desarrollo nacional. Esta exclusión estaba sustentada en los textos de intelectuales de esa época, como Manuel Peña Batlle y Joaquín Balaguer, quienes, a favor del régimen dictatorial y la metrópolis intentaban imponer una ideología racial dominante en base al modelo patriarcal de hispanidad, catolicismo y superioridad racial blanca y masculina que dio pie a la masacre de 1937 de haitianos y dominicanos.
Identificó en cada foto situaciones, nombres, sitios y explicó hasta el significado de poses, ropa, accesorios. Dijo que los primeros fotógrafos dominicanos, como Abelardo Rodríguez Urdaneta, Frank Adrover Mercado, Ángel Villalba, Miguel Ángel Sánchez Lustrino, Alfredo Senior y Ramón Molina también comenzaron aventurándose en los retratos, particularmente de las damas, y la mirada de ellas es el pendulum, es decir, lo que llama la atención del fotógrafo….
Karin Weyland estableció multiplicidad de situaciones en cada fotografía, entre otras la subestimación del hombre dominicano, viviendas, jerarquización racial, status sociales, formas fáciles y sutiles de conquista, deseo sexual… Hay una fotografía clásica del fotógrafo Townsend agarrando a dos niños, uno en cada brazo, como apropiándose de ellos, no como sus hijos, pero como sus posesiones, dejando entrever un imperialismo pediátrico y tutorial.
APORTES ANTROPOLÓGICOS
El historiador y catedrático José Guerrero introdujo los aportes antropológicos de José Martí a la cultura dominicana vistos a través de sus misiones, encuentros y visitas a diferentes regiones dominicanas. Martí era un fiel entusiasta del cambio social, la modernidad y la revolución radical en la educación. Los temas de interés antropológico recogidos por él en sus Apuntes de Viaje se refieren a lenguaje y habla, idiolecto cibaeño, carnaval, arquitectura, bebida, comida, remedios caseros y creencias, etnicidad y milicia, criterio de belleza, juegos de gallos, la frontera dominico-haitiana, Haití y los haitianos, arqueología, identidad e hispanidad. Guerrero los reprodujo y comentó en su disertación.
Los demás expositores estudiaron a Hostos, Betances, José Martí, en relación con sus países de origen y la República Dominicana. Para el cubano Jael James Figarola, el Diario de Campaña de Máximo Gómez es, de principio a fin, un libro lleno de misterios que encierra toda la hondura de una vida perfectamente humana, pese a haber transcurrido en medio de situaciones poco comunes… Odia la guerra y tiene que construirla y dirigirla; a lo largo de su vida se teje una pesadísima urdimbre de dolorosos fracasos personales, grandes y pequeños, y finaliza conduciendo a un ejército a la victoria; centenares de combates en primera fila lo perdonan y muchedumbres que pugnan por saludarle le aceleran la enfermedad que lo conduce a la muerte.
Significó que desde hace más de medio milenio el Caribe es una encrucijada del Planeta en la cual se miden fuerzas y se dirimen contradicciones. En donde, como dijera José Martí, se resuelven -se resolvían ayer y se continuará resolviendo hoy- el equilibro del mundo.