Y al sembrar, una parte de la semilla cayó en el camino, y llegaron las aves y se la comieron. Mateo 13: 4
Los principios bíblicos debemos atesorarlos y cuidarlos, para no salirnos de la bendición. Por esto debemos estar alertas y velar dónde está cayendo la palabra que oímos; porque si no da fruto, es que no cae en el terreno apropiado. La palabra de Dios es una fuente de crecimiento espiritual, por lo cual no podemos descuidarla. Debemos asegurarnos de que realmente ha sido sembrada en nuestro corazón; porque de lo contrario nuestra vida seguirá igual.
Por eso vemos tantas personas que se van de la iglesia; otras continúan haciendo lo mismo, dejándose llevar por sus deseos y ambiciones. Y nos preguntamos ¿dónde estaban cuando se predicaba la palabra de Dios? Estaban sentados, oyendo, pero no escuchando. Su mente era un torbellino, el cual no permitía que la palabra penetrara, y al final vemos los resultados: una vida improductiva.
Así que no nos demoremos más y analicemos nuestra vida espiritual. Si estamos en lo mismo, sin cambios, es porque la semilla no está cayendo en el lugar apropiado. Por eso hagamos los ajustes necesarios, para que caiga en el lugar donde sí va a germinar, porque los beneficiados seremos nosotros.