¡Los principios no se negocian!

¡Los principios no se negocian!

 FIDELIO DESPRADEL
El espacio comprendido entre la Primera Intervención Militar Norteamericana (1916-24) a las postrimerías de los llamados “12 años”, o sea, 1916-1978, es el período que cubrirá el Museo de la Resistencia, proyecto que los directivos de las Fundaciones Patrióticas, unos más unos menos han concebido, a construirse en la “Casa de las Fundaciones”, en base a contribuciones del pueblo dominicano, de sus instituciones democráticas y del gobierno nacional, cual que sea el Presidente de la República.

Sorpresivamente, como sacado del sombrero de Mandrake el Mago, aparece en la prensa nacional el embajador norteamericano, en una ridícula pose, entregando al señor Secretario de Cultura, el símil ampliado de un cheque por valor de 39,800.00 dólares, proveniente del “Fondo de la Embajada”, como aporte del Gobierno norteamericano al proyectado Museo de la Resistencia.

Todo parece indicar, que a través de uno de sus departamentos, la Secretaría de Cultura presentó a concurso el proyecto del Museo ante dicho “Fondo de la Embajada”, creado por el Congreso norteamericano en el año 2001.

Ante este hecho insólito y vergonzoso, caben las siguientes consideraciones:

El Museo de la Resistencia (1916-1978) es un homenaje a la lucha, a los valores éticos y al sacrificio de las distintas generaciones de patriotas, y al pueblo dominicano, desde la resistencia contra la primera intervención militar norteamericana -1916-24, pasando por la resistencia contra Trujillo, los “años de luz” (1959- 65), la Revolución de Abril y la Guerra Patria contra la segunda intervención militar norteamericana, y la resistencia desarrollado en los llamados “12 años de Balaguer”.

Sólo al pueblo dominicano, a sus organizaciones representativas, a las personas con sentimiento patriótico, y al Gobierno dominicano, sea cual sea el partido en el poder, le corresponde financiar, construir y poner al servicio del país dicho Museo de la Resistencia. Su concepción y realización debe estar a cargo de una comisión representativa de los mejores valores y actitudes representados en las Fundaciones Patrióticas.

La Secretaría de Cultura de este y cualquier otro Gobierno tiene el derecho, si así lo considera, de solicitar ayuda o participar en concursos para optar por recursos, para sus proyectos particulares. En este caso, es el gobierno nacional el que establece las reglas y quien asume plenamente las consecuencias, sean éstas buenas o malas.

Pero para el Museo de la Resistencia, que es una obra patriótica, para expresar la lucha sin tregua del pueblo dominicano, sus epopeyas y sus héroes, ningún gobierno tiene el derecho a solicitar ayuda extranjera y ninguna persona o institución tiene el derecho a autorizar al Gobierno a realizar estas gestiones.

En el caso de las Fundaciones Patrióticas, a muchas de las cuales conozco bastante bien, la declaración de principio y los estatutos del grueso de las mismas, establecen claramente que su misión está circunscrita a difundir la memoria de la generación política de la cual toma su nombre, difundir sus principios y apoyar las causas justas del pueblo dominicano.

¿Qué directivo de esas fundaciones pudo haber insinuado, aunque fuera tan sólo implícitamente, que podía solicitarse ayuda a un gobierno extranjero, para un objetivo que recae exclusivamente sobre los hombros y la responsabilidad del grueso de las Fundaciones y personas patriotas, con ayuda o no del gobierno dominicano?

De lo que se trata es de una cuestión de principios. Ningún gobierno extranjero puede aportar un solo centavo a una labor patriótica como la concepción y realización del Museo de la Resistencia. Y el gobierno norteamericano es el más descalificado para ello. Ese gobierno ha intervenido militarmente en forma directa en dos ocasiones en el pasado siglo. Es el responsable del rumbo que se le impuso al país, a sangre y fuego, luego de que 42,000 de sus soldados nos invadieran en abril de 1965, para frustrar los objetivos que el pueblo se había dado, y para imponerle a la Nación el rumbo por ellos elegido. Ese gobierno sigue interviniendo, cada vez en forma más descarada, sobre los destinos del país, su embajador se comporta como un verdadero pro-cónsul. Y ese gobierno, actuando en función del interés y a nombre del puñado de multinacionales que dominan hoy el mundo, ha dado inicio a lo que inexorablemente se irá convirtiendo en la tercera guerra mundial, que amenaza con ensangrentar y destruir el mundo, tal como hoy lo conocemos.

Esta es una cuestión de principios. Y los principios sólo lo defienden los y las que tengan el valor y la entereza para asumir todas las consecuencias de su defensa.

Exhorto a las directivas de todas las Fundaciones Patrióticas a discutir esta grave situación. Defendiendo firmemente las posiciones de principios que defendieron las generaciones políticas de patriotas que le dan nombre y sustancia a cada una de estas fundaciones, le daríamos una señal positiva al país, en estos instantes tan cruciales por los que atraviesa el país y la humanidad.

¡Los principios no se negocian! ¡Tampoco están sujetos a interpretaciones ni sujetos a una votación circunstancial! ¡Los principios son universales! ¡Nos corresponde defenderlos en cualquier circunstancia y sean cuales sean las consecuencias!

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