Hoy en República Dominicana, más que en cualquier otra parte del planeta, un montón de privilegiados que siempre han visto la política como un ejercicio de bandolerismo, reclamando siempre lo que no han podido ser en su vida, son aquellos que permanentemente se han hecho de la vista gorda frente a los desmanes de la minoría contra la inmensa mayoría y que han silenciado los grandes atropellos contra el pueblo.

Vale recordar que bajo toda suerte de pretextos, a uno de los hijos más meritorios de este pueblo, un orgullo de República Dominicana, se le endilgaron toda clase de defectos que lo descalificaban para dirigir la nación, bajo los pretextos más perversos.  Todos deben recordar que a Peña Gómez se le acusaba de inestable, emotivo, voluble, y para colmo, después de las viles columnas, al final se le negó hasta la nacionalidad. Pero es bien sabido que ese Peña Gómez tan vituperado, a quien se le buscaba mil defectos, encarnaba la justicia social y las aspiraciones más legítimas de las grandes mayorías. De esos que han sido las víctimas y para quienes el derecho nunca ha existido.

Desaparecido Peña Gómez, hay que apelar a otros recursos para mantener siempre a raya a la gente del pueblo, los que tienen que tirarse a las calles, con su propia vida como escudo, para reclamar la satisfacción de necesidades básicas.

El pueblo está cansado del discurso poético, como las metáforas de un Pedro Mir, Manuel del Cabral, Tomás Hernández Franco, lo que quiere el pueblo es claridad y más claridad, y solución definitiva a sus problemas fundamentales. El debate electoral es con los hechos, no con teorías ni estadísticas. Si la gente del gobierno y sus paniaguados entienden que la declamación es el mejor recurso, pues allá ellos, pero el PRSD que es lo mismo que el pueblo, continuarán enmendándoles la plana y si el Presidente Fernández intentara reelegirse encontrará al Lic. Hatuey Decamps y su partido encabezando una coalición de partidos antireeleccionistas.