SAN CRISTÓBAL. El 170 aniversario de la firma de la Constitución encontró a esta ciudad sumergida en un estado de abandono, con basura por todos lados, los mercados municipales convertidos en pocilgas y la población se siente desprotegida por sus autoridades municipales y gubernamentales.
Desesperados por el deficiente servicio de recogida de basura, los ciudadanos queman los desperdicios, ignorando el riesgo que corren con la proliferación de enfermedades respiratorias.
Un segmento importante de la población paga 30, 50 y hasta 100 pesos diario e interdiario a carretilleros que, en la mayoría de los casos, depositan la basura en los ríos Nigua y Yubaso.
Otros problemas. San Cristóbal, lugar donde se firmó la Constitución el 6 de noviembre del año 1844, se ha convertido en un refugio de delincuentes que mantienen en zozobra a la población.
El patrullaje policial en motocicletas y en vehículos no ha podido sofocar una ola delictiva que incluso ha cobrado vida de empresarios y comerciantes.
Hay ciudadanos que han sido víctimas de la delicuencia en su propio hogar, otros en los cementerios, a plena luz del día, y en cualquier lugar.
El padre Juan José Zaro tiene guardada una parte de las iluminarias de la Parroquia Nuestra Señora de la Consolación, luego que en múltiples ocasiones, ladrones desmantelaran estas instalaciones que en horas de la noche embellecen el templo religioso.
“Cuando me garanticen que no se llevarán las que quedan entonces procederemos a ponerlas de nuevo”, responde el sarcerdote cuando se le pregunta cuándo pondrá las lámparas de los jardines.
La preocupación por los robos se extiende a toda la población.