Los problemas de justicia e inmigración

Los problemas de justicia e inmigración

El país está agobiado por un sinfín de problemas que afectan, en diversa medida, el día a día de cada ciudadano que se ve arropado por los abusos, las precariedades y todo tipo de limitaciones, que van desde el transporte hasta el atropello de los que tienen el poder en sus manos.

Por encima de tantas precariedades, sobresalen dos agobios, a los cuales no les estamos prestando atención, y que cada día van en aumento por el tamaño que van adquiriendo sus deficiencias y su peligrosidad.

 Por un lado, el miedo  para hacer cumplir las leyes migratorias por la avalancha  de haitianos ilegales que ingresan al país como Pedro por su casa, fruto del temor a la opinión internacional a que tilde a los dominicanos de racistas y anti haitianos, nos obliga a contemplar indefensos la haitianización  de campos y ciudades, que en algunos lugares, son mayoría creciente.

 Por el otro lado, la famosa modernización de la justicia  y con el Código Procesal Penal del delincuente, y el surgimiento de los más variados tribunales para las altas cortes, ha provocado severas distorsiones en la aplicación de las leyes, con varios jueces delinquiendo al influjo de sobres llenos de dinero, extorsión y manejando expedientes al influjo de la música política que domine el panorama.

 El resultado de lo anterior, es la carta blanca de la policía para eliminar delincuentes, que en soslayados intercambios de disparos, administran la justicia que en los tribunales no se va a aplicar para someter a los antisociales.

 De ahí que las elocuentes expresiones de los jueces y sus comunicadores simpáticos, que alaban la justicia y de su peculiar composición en que muchos  de los estamentos obedecen a la línea política preponderante de la actualidad, y que ahora, en selectiva escogencia, se le comienza a dar  al país la esperanza de que  sonados casos de corrupción administrativa o de lavado de dinero del narcotráfico, van a ser conocidos  por  los tribunales.

 El caso migratorio despreocupante y los incidentes de Dajabón del mes pasado, se forzaba a que se abriera la frontera para una entrada libre de todo el haitiano que quisiera ingresar al país, pero las autoridades se revistieron de una autoridad hasta ahora desconocida  y frenaron las pretensiones occidentales y de los jesuitas. Las autoridades haitianas  han sido negligentes e indiferentes para llevar a cabo un proceso de identificación  de sus ciudadanos, carentes de documentos  en que se les reconozca, aun cuando sea un nombre, ya que al llegar  aquí adoptan los más populares, como ocurre  con un personaje de una famosa novela del sueco Henning Mankel, que la protagonista indocumentada, al llegar de África a España y  al ver el nombre de una fundita de té dijo que se llamaba Tea Bag. Por igual proceden  los haitianos en que muchos se ponen el apellido fácil de pronunciar en que no aparezca la “r” por aquello de perejil.

 Se nos pinta un panorama que va ser la constante de las futuras relaciones isleñas en que las autoridades occidentales, gozando de las simpatías  de la opinión pública y de organismos internacionales de ayuda y de derechos humanos, pretenderán  hacer prevalecer sus intenciones para que el flujo  migratorio sea por la libre, y que los dominicanos, sumisamente, acepten esa realidad que pudiera ir señalando el futuro de la isla, en caso que por las presiones internacionales, se le tuerza el brazo a los dominicanos, de que al haitiano que llega sin documentos, se le permita entrar.

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