LISBOA. Los problemas del Banco Espirito Santo, el mayor por capitalización bursátil en Portugal, preocupan al sector financiero de este país, uno de los más golpeados por la crisis en la zona euro.
La situación del banco inquieta también en Brasil al grupo de telecomunicaciones Oi, pues podría trastocar su próxima fusión con Portugal Telecom, sin llegar a amenazarla.
El Banco de Portugal (central) presionó en los últimos meses para alejar a la familia Espirito Santo, fundadora de este imperio bancario, del consejo de administración del BES, y en particular al dirigente histórico, Ricardo Salgado, quien anunció su partida de la presidencia de la entidad el pasado 20 de junio.
Desde entonces, el valor de la acción ha caído más de un 30% en la bolsa de Lisboa. El suspense sobre el sucesor, que debe ser designado en asamblea general el 31 de julio, se ha visto agravado por las irregularidades detectadas en la contabilidad del holding Espirito Santo International (ESI), que disimuló pérdidas.
La capitalización bursátil del BES ha pasado así de 6.000 millones de euros en abril a 3.900 millones. El jueves, el Banco de Portugal y el gobierno defendieron a la entidad, afirmando el primero que «la situación de solvencia es sólida» y el segundo que los titulares de cuentas «pueden estar perfectamente tranquilos».
Pero más allá de estas declaraciones, el ejecutivo no parece muy dispuesto a rescatar al BES, que por su lado siempre se ha negado a que el Estado tome el control.
El propio primer ministro, el conservador Pedro Passos Coelho, declaró hace poco que «el Estado no tiene por qué reparar los errores cometidos por grupos privados».
Según la prensa local, el Banco Central Europeo (BCE) ha tomado cartas en el asunto y ha pedido una «aclaración rápida» de la cuestión sucesoria en el Banco Espirito Santo.
Los analistas coinciden en que el BES es un banco sistémico. Su derrumbe, por tanto, amenazaría toda la economía de Portugal, que salió en mayo de un programa de asistencia financiera de la UE y el Fondo Monetario Internacional, concedido en 2011 a cambio de un drástico recorte del gasto público y aumentos de impuestos.
Sin embargo, los expertos creen que sus problemas no pondrán de momento en peligro al conjunto del sector. «El riesgo debería ser limitado.
Es verdad que la situación parece seria, pero no deberían sacarse conclusiones para el conjunto del sistema financiero portugués», afirma a al AFP Joao César das Neves, profesor de economía en la Universidad Católica de Lisboa. «Los clientes del BES no sufrirán el menor rasguño.
Si no, sería la hecatombe para Portugal», abunda Joao Duque, profesor del Instituto Superior de Economía y Gestión (ISEG) de Lisboa.
Oi levanta la voz
La crisis en el banco portugués preocupa también al grupo brasileño de telecomunicaciones Oi, que debe cerrar en otoño su fusión con Portugal Telecom.
El grupo portugués adquirió en abril casi 900 millones de euros de deuda de uno de los consorcios del grupo Espirito Santo, principal accionista del BES. Dicha deuda expira el 15 de julio.
Esos títulos forman parte de los 1.750 millones de euros de activos que Portugal Telecom aportará a la fusión. Pero ante la multiplicación de informaciones inquietantes, dicha deuda podría depreciarse, lo que alteraría el reparto previsto de capital en el grupo que ha de nacer de la fusión.
El jueves, Oi dijo que no había sido informado de esa inversión a corto plazo, efectuada después de que los accionistas de Portugal Telecom aprobaran la fusión, y pidió «aclaraciones».
No obstante, nada de esto amenaza la fusión, que dará lugar a un gigante de las telecomunicaciones del mercado lusófono con sede en Rio de Janeiro y cotizado en Lisboa, Sao Paulo y Nueva York.