Los profesores de Escuela de Bellas Artes son artistas y lo demuestran

Los profesores de Escuela de Bellas Artes son artistas y lo demuestran

En cualquier galería, museo o centro cultural, el evento que cierra la programación del año debe ser algo diferente por la calidad –personal o profesional – de sus participantes. En este contexto, la Galería Nacional de Bellas Artes propuso, por primera vez, una colectiva de dibujos, pinturas y obras tridimensionales de profesores de las Escuelas de Bellas Artes en todo el país.

Esta exposición, ya planificada desde el año anterior, permitió exhibir no solamente a artistas de la capital, sino de las provincias: por historia y tradición el Palacio de Bellas Artes es el lugar idóneo para esta clase de muestra. En su gran mayoría, los maestros de la plástica dominicana han sido o son maestros en las aulas donde se brinda la formación profesional en arte, y ello, desde la primera época de la Escuela Nacional de Bellas Artes, con la brillante integración de los artistas inmigrantes. A la vertiente de la enseñanza se han sumado la faceta del liderazgo, la creatividad en la obra de arte y una revelación para el público.

La tradición, felizmente, no se ha perdido en las generaciones siguientes, cuando se han multiplicado las escuelas de bellas artes en diversos puntos del territorio nacional –aunque todavía falten varias provincias–, a menudo sobreviviendo en condiciones heroicas, tanto en la precariedad de sus locales como en un cuerpo docente, a veces muy reducido y que, sobrecargado, debe hacer maravillas sin recursos ni informaciones suficientes. Hoy, como ayer, esos maestros y maestras agregan a su compromiso y capacidad para la educación, la creación y oficio como artistas plásticos que ameritan desarrollar. Sin embargo, sus respectivos talentos casi no se conocen.

La exposición. El Sistema Nacional de Formación Artística Especializada –¡una denominación difícil de recordar!– es la unidad que, bajo la égida de la Dirección General de Bellas Artes y el Ministerio de Cultura, se encarga de coordinar, supervisar y estimular –¡sí, lo hace!– a un conjunto educativo particular por definición. Ese pequeño equipo, de unas cinco personas, hace con dedicación, dinamismo y eficiencia una labor ejemplar, a menudo ignorada. Siempre se muestra preocupado por el avance y el reconocimiento del trabajo realizado, y, en ese tenor, ha organizado una exposición colectiva, promovida por viajes personales y un entusiasmo comunicativo.

La muestra se intituló sencillamente “Segunda colectiva de maestros y maestras de Artes Visuales de las Escuelas de Bellas Artes”. Más lucida e importante que la primera, en buena medida por el lugar de exposición –el Salón de la Cúpula del Palacio–, se perfila ya una tercera celebración, todavía más amplia… Si reinaba una cierta aprehensión respecto a la calidad de las obras y se temían tendencias al costumbrismo, a un surrealismo desbocado o una frecuencia del bodegón, la realidad de esta exposición, montada con sencillez y claridad, ha debilitado los prejuicios y ha motivado, aparte de profesores artistas ya muy confirmados, el descubrimiento de personalidades interesantes, por ejemplo en La Romana y en Moca. Ya el medio artístico capitaleño aprecia el caudal de las escuelas de Santo Domingo y Santiago, aquí presentes y bien representadas.

La exposición corroboró que muchos profesores se distinguen por su filiación artística, moderna o contemporánea sin estridencias, notándose en pocos un cierto aislamiento. Si, como era de esperar, ellos testimonian su dominio de una academia que enseñan, comprobamos en buena parte de ellos, igualmente originalidad, fuerza, concepto y, excepcionalmente, audacia controlada. Las pinturas constituyen la mayoría, más que absoluta, de las piezas expuestas, lo que significa una bienvenida oportunidad para apreciar las dimensiones expresivas: actualidad y convicción, virtuosismo y decisión, dibujo sólido y colorido generoso, como sus cualidades inherentes. Definitivamente, la pintura dominicana tiene vigencia y la seguirá teniendo, ¡lo quieran o no!

Quienes enseñan arte acaban de demostrar en obras su profesión de fe: eventos como este favorecen el diálogo, la actualización y la descentralización de la producción artística.

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