Los recursos mineros: una inexcusable negligencia

Los recursos mineros: una inexcusable negligencia

La República Dominicana es un país bendecido con recursos minerales importantes, que con excepción actual del beneficio del ferroníquel realizado por la Falconbridge en Bonao, están siendo ignorados en el momento en que más los necesita la economía nacional.

La reactivación de la minería de oro y plata en Pueblo Viejo, Cotuí, a cargo de la poderosa empresa canadiense Barrick, avanza con pasos diminutos, como si la cuestión del pasivo ecológico fuese un valladar insuperable. En el suroeste profundo, las minas de bauxita que explotó por décadas la Alcoa languidecen, quizás agotadas, convertidas en canteras de caliza.

Otras vetas minerales que pudieran tener oro, plata, hierro, zinc, níquel y otros metales han sido identificadas en diversos puntos del país, pero al parecer no existe ningún interés activo en promover su extracción. Igualmente, desde hace décadas varias empresas de capital local y foráneo han estado tímidamente realizando prospecciones en busca de gas natural y petróleo.

Estoy cansado de repetir que es sabido que hay petróleo. Mi antepasado Damián Báez Méndez fue un auténtico pionero en esto, extrayéndolo en Azua.

Una empresa norteamericana sacó petróleo en Maleno, a principios del siglo XX. En aquel momento no resultaba rentable su explotación, ya que salía mezclado con agua o era muy sulfuroso, y el precio no justificaba la inversión. Pero, ¿y ahora?

Economistas de los más serios indican que la crisis internacional, que combina petróleo carísimo, fluctuaciones alocadas de los “commodities”, escasez de alimentos y descalabros financieros, es la peor desde hace ocho décadas. Sobrevivir requerirá audacia innovadora, como es preciso para aprovechar la minería.

Lo que se necesita es voluntad política para ponerle atención a toda la minería. Quizás deberían designar a Diandino Peña como ministro de minas e hidrocarburos, encargado de fomentar las exploraciones, con el encargo de dedicar iguales energías y recursos públicos que los dedicados al Metro de Santo Domingo a encontrar petróleo o gas, aunque sea a su manera.

Habrá oposición rabiosa, como de costumbre, pero el país lo que necesita es que el Gobierno interprete el mandato del pueblo, que le ha confiado resolver una crisis que exige de ideas grandes, voluntad de acero y visión de futuro. En materia de energía, esto no se arreglará con más de lo mismo.

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