Los reformistas conocen su ajedrez político

Los reformistas conocen su ajedrez político

Muchos olvidan que el reformismo y los reformistas pasaron 22 años en el ejercicio directo del poder, tiempo suficiente para hacer doctrina y escuela del quehacer político. Los reformistas tienen escuela. Esto es exactamente lo que han venido demostrando, porque desde 1996, cuando abandonaron el Palacio Nacional, han maniobrado para ganar y disfrutar importantes cuotas de poder. ¿Es esto criticable? Probablemente lo sea desde cualquier perspectiva, menos desde la perspectiva reformista. Porque este ha sido, precisamente, el éxito de los reformistas, su capacidad para negociar alianzas con uno u otro partido y quedar siempre arriba y conseguir puestos legislativos, municipales y burocráticos para su liderazgo mayor y muchos de sus líderes medios del interior. Desde una postura ideológica no se les puede entender, pero tampoco se les puede juzgar porque los reformistas nunca han levantado banderas ideológicas. Su fuerte ha sido descansar en algunas prácticas que se corresponden con el ejercicio de Gobierno del doctor Joaquín Balaguer, como desestimar el endeudamiento externo, pagar salarios bajos para disminuir el gasto corriente y privilegiar la inversión pública con recursos propios. La gran divisa reformista ha sido, según lo que se ha visto en su comportamiento partidario, estar en el poder. Cuando los reformistas hablan de alianzas programáticas y cosas parecidas, se trata de pura retórica. La meta es el poder, entendiendo como tal detentar funciones públicas. En consonancia con estos razonamientos, a nadie debe extrañar su acercamiento al Partido Revolucionario Moderno. El Partido Reformista Social Cristiano y sus líderes tienen la conciencia de que el PRSC es un partido bisagra y como tal ejercen. Su meta y esfuerzos cotidianos van dirigidos a no perder este rol dentro de un sistema político que obliga a las organizaciones a hacer alianzas.
Solo cuando desaparezca el modelo que consigna que el factor de elección sea el 50% más uno de los votos emitidos, el PRSC perderá valor y, eventualmente, vigencia. Mientras tanto, al PRSC le basta tener un mercado electoral que gire entre un 5 y un 10% de los votantes, porque esta masa de sufragios siempre será necesaria para ganar elecciones dentro del actual modelo eleccionario. Los reformistas, pues, han sido sobradamente inteligentes desde su perspectiva y desde sus intereses. Verlo de otra manera es no comprender por qué se mueven las piezas del ajedrez de la política partidaria.

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