El talentoso humorista Felipe Polanco (Boruga) cuenta que su progenitora, cuando se tocaba el tema de la muerte delante de ella, decía que nadie ha salido vivo de este mundo.
Alguien definió a los seres humanos como condenados a muerte con licencia, y escuché a un borracho decir que no se explicaba la fantochería de alguna gente porque todos somos futuros cadáveres.
Uno de los lugares donde mayormente se escuchan chistes de todos los calibres es en las funerarias, durante el velatorio de un ex vivo.
Como los presentes saben que tarde o temprano estarán, al igual que el difunto, metidos en vestimenta de madera, apelan al humor como forma de escapar de esa triste realidad.
La gente usa varias expresiones burlonas cuando se refiere a una persona que falleció, entre las que podríamos citar: firmó con los Cachorros, abrió el paraguas, colgó los tenis, o amaneció en atención.
No es raro escuchar a más de una persona decir con sonrisa de satisfacción, ante el paso de una carroza fúnebre: bueno, ese se fue primero que yo.
Hace unos años, mientras seguía en mi vehículo el desfile mortuorio de un amigo, llegó a mis oídos lo que expresó un hombre que ingería con fruición una combinación fritanguera:
-A ese ya no le cruzará mas nada por el tragapán.
Son muchos los que, una vez pasados los sesenta años de edad, afirman que están viviendo horas extra, o usando el argot beisbolero, manifiestan que están en tercera base sin out, en capacidad de anotar carrera con un flai por los files.
Apelando también a la jerga del juego de pelota, el dominicano mayorcito de edad que ve morir a sus contemporáneos, lamenta que le estén picando tan cerca los rollins.
Mi viejo amigo, el ingeniero Hugo Morales, relata que en una ocasión el empleado de una empresa fúnebre lo felicitó con estas palabras: ¡que bueno que no se está muriendo su gente, porque hace casi un mes que no lo veía por aquí!
Mi padre citaba frecuentemente al propietario de una funeraria que decía: yo no deseo que nadie se muera, pero aspiro a que mi negocio progrese.