Los respetables artífices de la infamia

Los respetables artífices de la infamia

FABIO R. HERRERA-MINIÑO
Los dominicanos hemos aprendido a conocer muy bien a un tuerto durmiendo y a un cojo sentado, como dice el refrán, ya que, por espacio de cuatro décadas, hemos sido espectadores, y a veces nos han hecho protagonistas, de cómo sagaces artífices de la infamia manchan conductas con tal de lograr sus propósitos, en particular cuando tienen metas políticas o están responsabilizados de procesos de gran resonancia pública.

Con tal de hacer valer sus criterios, los artífices de la infamia recurren a maniobras deleznables, mezclan medias verdades con la diatriba y el infundio de rumores, y con la autoridad que le dan los años, despotrican contra quienes le son adversos en ese momento, y con un gran manejo del escenario mediático de los medios de opinión, tratan de convertir a los acusados, que son sus clientes, en inocentes corderitos, atrapados en las redes de hábiles acusadores, que son los que deben responder por los hechos cometidos por sus defendidos. Y eso, que los acusadores, por su responsabilidad, están empeñados en defender los intereses de los dominicanos tan despiadadamente dilapidados por quienes se enriquecieron a ojos vista con los recursos ajenos.

La constante de la conducta de los dominicanos delincuentes, para defenderse, o evitar ser atrapados por sus hechos dolosos, es recurrir a los medios de comunicación, y ya sea por propia comparecencia o por sus representantes legales, componen una hábil defensa para convencer a la opinión pública, que utilizando generalidades, evaden la veracidad de los hechos cometidos y atrapados en actos delictivos. Ellos buscan en la opinión pública el apoyo y simpatías popular, por ser atacados por el poder, ya sea el estatal o el empresarial engañado. Varias veces, los medios y la opinión pública le otorga sus simpatías y solidaridad, a quien considerado un infeliz, fue capaz de engañar a otros más fuertes y con más recursos para resarcirse de lo estafado, considerado que lo obtenido no es lícito.

La justicia se veía amedrentada. Eso ha sido una costumbre en los pasados 45 años, de que ventilando casos judiciales en los medios, se cree que se atemorizaba a los jueces o a los acusadores para que dicten fallos favorables a sus defendidos. En base a un arrollador uso de recursos se busca sacar inocentes a flagrantes violadores de las leyes y de la confianza de los dominicanos.

El hecho, de que como se está viendo ahora, que se busca condicionar a la opinión pública en determinados y bien sonados casos de desfalco, de forma que acusadores y jueces se atemoricen frente a una avalancha mediática de una bien orquestada campaña de ataques, que rozan en lo personal y en las infamias, se debe a que los medios de comunicación, en especial los escritos, tienen una gran credibilidad. Por tanto, es el recurso indispensable para que se conozcan y se resuelvan muchos problemas, ya que de esa manera, los responsables, en especial el gobierno de turno, le prestan atención a lo denunciado de mala práctica de funcionarios, descuido en el mantenimiento de obras públicas, en abandono de entidades que realizan un buen servicio comunitario y se les restringen los recursos, entonces acuden a los medios, por ser la única vía de la esperanza, para que se resuelvan los problemas.

Desde hace años, en muchos casos de connotados casos de delincuentes de cuello y corbata con amplios recursos, se gastan una fortuna en horas de televisión y radio y en las páginas de los diarios, para presentar su versión, exhibirse como inocentes corderitos y hacerse los simpáticos frente a una opinión pública, que si bien los escucha y lee por cortesía, pero conoce la verdad, les dejan expresar todos sus argumentos para considerarse vejados por las autoridades, o por otros a quienes ya engañaron. Se les deja que expresen todos sus argumentos de inocencia, y creer que al llegar al juicio, considerarse libre de culpa en base a infundir temor y pavor a los acusadores y a los jueces, para que se retraigan en su íntima convicción y modificar sentencias, con tal de evitar verse afectado por posibles atentados a su integridad física de él o de sus familiares.

El recurso de llevar al conocimiento público la situación maquillada de quienes cometieron actos delictuosos de gran envergadura, se había obviado en la década del 90 del siglo pasado, pero en este siglo XXI, luego del país estremecerse por el desfalco más brutal a su economía, se derraman ingentes toneladas de un lenguaje soez y vulgar, contra quienes tienen la responsabilidad de representar al Estado para recuperar lo estafado de quienes, como hay casos, disfrutan de sus fortunas logradas del sudor de quienes confiaron sus ahorros a esos hábiles personajes, que con recursos abundantes, han podido reclutar a las mentes más hábiles para torcer verdades, calumniar, modificar realidades y confundir al país.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas