Los responsables del descrédito demócratico

Los responsables del descrédito demócratico

FABIO R. HERRERA MINIÑO
El pasado sábado 6 del corriente mes, HOY se hizo eco del informe difundido por la Fundación Konrad Adenauer estableciendo el índice democrático de América Latina (IDD Lat) el cual nos deja muy mal parados en momentos en que todos creíamos que disfrutábamos de un ambiente democrático de primera, sin cortapisas, pero muchas desviaciones para beneficio tan solo de la clase política.

Los responsables de esa agencia alemana, de gran incidencia en la democracia del hemisferio, fueron muy tajantes en su evaluación de la situación democrática dominicana y coincidía esa publicación con la que se resaltaba en todos los diarios, de la lamentable práctica del candidato presidencial reformista de repartir dinero en la búsqueda de sus simpatizantes, cuando su partido prácticamente ha caído en el zafacón de la historia. Pero ese hecho desmiente en parte el informe del IDD Lat, ya que a nadie en sus cabales acepta que un alto funcionario del Estado, candidato a la presidencia de un partido opositor al del Jefe del Estado, se tome la libertad de atacarlo sin piedad, aun cuando se crea que su posición surgió de unas elecciones de los delegados de los ayuntamientos del país, lo cual revistió visos muy folklóricos de la política criolla, cuando los delegados fueron confinados a todos lujos en un resort de Bávaro.

Los responsables del descrédito democrático del país, solo tienen en una clase a los culpables; ellos son los políticos, que con sus latrocinios, ambiciones, ineptitudes e insultos a los rivales, se han ocupado de vender al mundo una imagen muy distorsionada de lo que somos la mayoría de los dominicanos, atrapados por una voracidad, cada día más creciente, de una clase que desde 1962, después de respirar los aires democráticos, han violado todos los preceptos de la buena política y de la buena dirección de los partidos, subordinando todas las ideas y conducta política de despojar al Estado y al pueblo de los recursos que les pertenecen, para que fueran en beneficio de las mayorías, y no como ocurre con una casta privilegiada y egoísta, ensordecida por el manto de corrupción que la arropa y no piensan en los demás dominicanos.

Y los políticos se han encargado de diseminar al mundo una imagen muy pobre del comportamiento democrático, ya que se ha llegado a un nivel de libertinaje grosero y lamentable, que para lograr los objetivos, no se detienen bajo ningún prurito de conciencia, calumniando con mentiras al adversario. Y no es tan solo al rival que atacan, sino que hasta sus mismos compañeros con más atracción popular, los envuelven en diatribas y hábiles zancadillas que los quieren llevar a un punto de desilusión, hasta animarlos a abandonar sus organizaciones partidarias, como ha ocurrido en el pasado.

El Informe de IDD Lat es fulminante para los políticos del patio, que se ven desnudados por sus actos, de manera que el pueblo, que en cada encuesta los repudia, confirme la convicción de que la clase política no es lo más adecuado para que señale el sendero de la armonía y de la convivencia humana en prosperidad que se vislumbra mundialmente en el siglo XXI.

Es una lástima que el informe no servirá de nada para el cambio de conducta, ya que el norte de los políticos es de cómo arremeter en contra de los recursos públicos y de ver cómo se protegen unos a otros. Es el lamentable caso de que la lucha contra la corrupción solo abarca algunos titulares de los medios y la queja de instituciones como Participación Ciudadana, que con sus actos de presión para enmendar esas fallas, no encuentra eco en los sectores que deberían apoyar los esfuerzos y quizás solo reciben una palmada en el hombro de una simpatía que no se materializa en acciones efectivas. No es arriesgado señalar que la corrupción azota a la sociedad en todos sus niveles y la afecta en un porcentaje considerable de la misma.

En el lado opuesto, el pasado fin de semana, en Casa de Campo se llevó a cabo un interesante encuentro con las más altas autoridades de la nación,  del BID y de otros organismos internacionales de crédito, para evaluar el extraordinario crecimiento de la economía dominicana, que rompió todos los esquemas tradicionales y que superaron con creces los vaticinios que se hubiesen previsto en el 2004, cuando la economía estaba arruinada y al borde del colapso, para que, en menos de tres años, haya ocurrido una recuperación notable, que ha chocado de frente con las aspiraciones de la clase política, que entusiasmados por la prosperidad económica, se han desatado en sus ambiciones. De ahí que el informe el IDD Lat fue tan contundente y dramático, para señalar a los políticos, que son un lastre para el fortalecimiento institucional en la consolidación de la democracia en este país antillano.

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