Los restos mortales de Saramago llegan a Portugal

Los restos mortales de Saramago llegan a Portugal

Pasadas las 14.30 (hora peninsular española) ha llegado a Lisboa procedente de Lanzarote el cuerpo del escritor José Saramago, fallecido ayer en esa isla donde había fijado una de sus residencias. Junto al féretro, en un avión militar, han viajado su mujer, Pilar del Río, su hija Violante y la ministra de Cultura de Portugal, Gabriela Canhavillas.

Al final del trayecto Pilar del Río ha exclamado: «el último viaje con José ha sido especialmente tranquilo, como él». En suelo lisboeta, donde el féretro ha sido transportado por un grupo de personalidades, aguardaba la ministra de Cultura de España, Ángeles González-Sinde.

Relata la crónica del País, prensas Internacional, que el ataúd abandonó la biblioteca de su fundación en Lanzarote, donde han estado velándolo sus familiares y amigos en una ceremonia de adiós con la que la isla honra a uno de sus hijos adoptivos más ilustres de su historia. Dos abrazos simbolizan el adiós a Saramago.

El de Pilar del Río con Violante, que han viajado juntas a Lisboa, donde esta tarde se instala la capilla ardiente en el ayuntamiento y donde el cuerpo del Nobel será incinerado. Las dos se fundieron en un abrazo ante el féretro, como minutos antes lo hicieron dos grandes amigos suyos, el presidente de la Fundación César Manrique , Pepe Juan Ramírez y el director de esta entidad, Fernando Gómez Aguilera.

Desde de que comenzó a vivir en Lanzarote, en 1993, sin dejar nunca su residencia de Lisboa, el Nobel se incardinó en los asuntos de la fundación. Aquí se le consideró siempre un garante de todas las luchas que los continuadores de la obra de Manrique sostuvieron para mantener la isla como un hecho singular. Para ellos, para los continuadores de Manrique, esta ausencia es, como decía Juan Gelman, «un hueco sin fondo».

Saramago ha sido velado en medio de sus libros, de los propios y los ajenos, en el ámbito en el que quiso estar siempre en los últimos tiempos de su vida; desde que se recuperó en 2008 de su última crisis de salud. Por aquí, ante el Nobel portugués (que se convirtió en un imán del interés mundial por su obra y por Lanzarote), desfiló gente como Susan Sontag, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa…, pero estos días ha estado él solo con su familia, con sus amigos, dando última memoria de su carácter adusto y sobrio, el de un Quijote portugués que hasta el último instante mantuvo la dignidad y el sosiego de su porte.

Esta mañana nos han dicho los médicos que sus últimos momentos fueron apacibles y sosegados: «se fue muy dulcemente». Uno de los mensajes escritos en el libro fúnebre de condolencias dice: «Creo que tengo otra cosa contra ti, Dios: te lo has llevado». Está firmado por Ángel.

Cuando la hija, la esposa y los amigos de Saramago agarraron el pesado féretro que contiene su cuerpo pensé: «Fue el instante final de la presencia de este hombre en la tierra de Lanzarote».

Hace muchos años, mirando hacia el horizonte en su casa de Tías, Saramago dijo: «Me podrán quitar todo, pero jamás me quitarán el aire». El hombre que buscó en el aire su peso ha volado en un avión portugués hacia la tierra donde respiró por primera vez el aire que tanto le quiso.

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