Los resultados de la XXIX Convención del PRD el pasado domingo revelan a una organización revitalizada, hambrienta de retornar al poder y, al margen de una elevada votación sospechosa, lo cierto es que la resurrección política del ex presidente  Hipólito Mejía debe mover al PLD y a su Gobierno a reflexiones y acciones si desean preservar el poder después del 2012.

Un número de votantes superior al millón, casi igual a los que obtuvo el partido en las elecciones del 2010, o fue el resultado de una inyección proveniente del PLD o el PRSC, como ha planteado el Ing. Vargas Maldonado, o se trata de un hecho sin precedentes en la historia de los procesos internos que podría revelar una voluntad decidida de revertir en el 2012 cuatro derrotas consecutivas.

Que la unidad no será inmediata, que el equipo de Miguel Vargas agotará todos los cartuchos a su disposición, es lógico, pero nadie en el PRD tiene vocación suicida y se unificarán más temprano que tarde, y esa formidable organización se va a desplazar por todo el ancho de la geografía nacional y va a utilizar todas las armas a su disposición para incrementar los tiros mediáticos en contra de la obra de Gobierno como blanco fundamental para disminuir las posibilidades del candidato.

Contrario a lo que han calculado algunos dirigentes peledeístas, Hipólito Mejía podría ser un contrincante formidable en las próximas elecciones. Goza de carisma, con un discurso primitivo atractivo a sectores populares. De hecho la construcción “llegó papᔠes la más acabada expresión del paternalismo, el populismo y el clientelismo.

Hipólito Mejía, en adición, cuenta con cierto respaldo de poderosos grupos económicos que ven en él la aquiescencia y la mentalidad conservadora incapaz de introducir reformas económicas que afecten el status quo.

También cuenta con el respaldo de una parte de la “sociedad civil”, aquella con partida de nacimiento perredeísta, aunque minúscula pero con mucha incidencia mediática.

El ascenso desde 5% de la popularidad hasta los resultados de la convención es también un reflejo de la corta memoria histórica de algunos dominicanos que olvidaron los resultados de una gestión desastrosa responsable de disparar la inflación a más del 55%, la tasa de cambio por encima del 50×1 y aumentó en 1.5 millones el ejército de pobres.

El Dr. Leonel Fernández, como Presidente de la organización y líder indiscutible, tiene la grave responsabilidad de servir de árbitro al proceso interno y de entregar la antorcha al señalado por las mayorías, apoyarlo y marchar monolíticamente Gobierno y partido.

Un entorno internacional complicado, apto solo para estadistas acabados y gerentes eficientes, y ocho años de crecimiento con estabilidad, de paz social, de inversión, de avances en indicadores sociales no pueden sucumbir ante el eventual retorno de un equipo responsable de una pésima gestión que llevó al país a la más grave crisis económica en décadas.