La candidatura de Harris, que comenzó después de que Joe Biden renunciara a buscar la reelección, es la más corta de la historia reciente de Estados Unidos, con sólo 107 días para convencer a los votantes. Este debate cobra aún más importancia tras el mal desempeño de Biden en junio, que le llevó a retirarse de la carrera presidencial.
Los analistas políticos comparan este acontecimiento con el histórico enfrentamiento de 1960 entre John F. Kennedy y Richard Nixon. Nixon, que se presentó debilitado, con gripe y la cara sin afeitar, fue derrotado por Kennedy, cuya preparación televisiva fue decisiva para su victoria. El debate entre Harris y Trump podría tener un impacto similar.
En una reciente conferencia, el director de debates de la Universidad de Michigan, Aaron Kall, dijo que lo que está en juego en el choque de hoy es extremadamente importante. “Puede que sea la única vez que los candidatos se enfrenten cara a cara. Tienen que aprovecharlo para causar una buena impresión y definir claramente sus plataformas para los votantes”, dijo Kall.
Oportunidad crucial para Kamala
Según sus previsiones, la audiencia del debate del martes debería superar la del enfrentamiento entre Trump y Biden, que atrajo a más de 50 millones de espectadores. Para Harris, será una oportunidad crucial para presentarse ante una audiencia bipartidista y aumentar su popularidad entre los votantes indecisos.
Pero Harris tendrá mucho trabajo por delante, sobre todo a la hora de demostrar a los votantes que no sólo es diferente de Trump, sino que tiene su propio plan para dirigir el país.
Los votantes esperarán ver las propuestas de Harris en materia de políticas públicas, especialmente en temas por los que ha sido criticada, como el aumento de la inflación y la crisis migratoria.
Otro tema destacado será el aborto, la segunda cuestión más importante para los votantes según una reciente encuesta realizada por el Siena College y The New York Times. El electorado estadounidense estará muy atento a las posturas de ambos candidatos.
Por su parte, Trump se enfrentará al reto de ajustar su estrategia contra un nuevo oponente, después de haberse centrado en criticar a Biden, al que llamaba “Sleepy Joe” (Joe el dormilón) por su edad y las constantes meteduras de pata del presidente.
Sin embargo, con Biden fuera de juego, Trump, a sus 78 años, empieza a ser cuestionado sobre su propia capacidad física y mental. Recientemente fue criticado por una confusa respuesta sobre las guarderías y se hicieron virales unas imágenes en las que aparecía durmiendo durante la Convención Republicana, que su equipo aseguró que eran momentos de oración.
Expectación ante la presencia de Trump
En los días previos al acuerdo sobre el debate, Trump se había mostrado ambiguo sobre su participación en el encuentro. Amenazó con no asistir si se cambiaban las reglas, como apagar los micrófonos durante el discurso de su oponente, una medida que Harris apoyó inicialmente, pero que acabó abandonando para garantizar la celebración del evento. Su campaña ha garantizado la participación del republicano en el acto del martes por la noche y, según los analistas, es poco probable que Donald Trump se abstenga.
Además, el debate de esta noche podría ser decisivo para definir el rumbo de la campaña de 2024, en un momento en el que las encuestas apuntan a una carrera ajustada, con posibles empates, en algunos de los siete estados clave para las elecciones.
La encuesta del New York Times/Siena College muestra a Trump por delante de Harris, 48% a 47%, en la media nacional, cifras que apenas han variado desde otro sondeo realizado a finales de julio, poco después de que el presidente Biden abandonara su candidatura a la reelección.
La preparación
Será la primera vez que Donald Trump y Kamala Harris se crucen. Se han preparado de maneras muy diferentes. Donald Trump confía en su experiencia en el ejercicio. Se ha limitado a hablar de política con sus asesores, que, según la prensa, esperan que no se pase de la raya.
Pero eso es lo que espera el bando demócrata. Kamala Harris se encerró varios días en un hotel de Pittsburgh para ensayar, practicando en un estudio casi idéntico, frente a un exasesor de Hillary Clinton en el papel de Donald Trump.
Aunque está menos acostumbrada a los debates, Harris ya demostró en 2019 contra Joe Biden y en 2020 contra Mike Pence que también sabe sumar puntos. Ella buscará demostrar que tiene lo que se necesita para ser presidenta, mientras Donald Trump no para de afirmar que, a diferencia de él, ella no está hecha de esa madera.
Las condiciones del debate
Donald Trump y Kamala Harris disponen de 90 minutos para convencer a los millones de espectadores que seguirán el duelo televisivo organizado por la cadena ABC.
Lo harán de pie, detrás de un atril. Sus únicas armas serán un bloc de notas, un bolígrafo y un vaso de agua. No habrá público. Los micrófonos solo estarán encendidos cuando les toque hablar.
Este primer debate entre ellos, y quizá el único, tendrá lugar en Filadelfia, la cuna de la democracia y donde se cree que se cosió la primera bandera estadounidense.
Pertenece a Pensilvania, uno de los siete estados bisagra, es decir que votan por uno u otro partido en función de los candidatos. Esto les otorga un poder descomunal en las elecciones debido sistema de votación por sufragio universal indirecto.