Los retos del nuevo año en la moda

Los retos del nuevo año en la moda

En la última Cumbre del Clima celebrada en Madrid el pasado diciembre se puso de manifiesto el esfuerzo de las firmas de moda en resaltar todos los protocolos que tienen en marcha para garantizar su compromiso con el medioambiente.

Esta industria es la segunda más contaminante del planeta, después del petróleo, y trata de superar este estigma mediante su compromiso con la sostenibilidad. Por su parte, el consumidor debe plantearse su postura. Pero, ¿tiene realmente la última palabra?
La diseñadora británica Vivienne Westwood dijo: “compra menos y elige bien”, una frase que tiene una legión de seguidores y que apela al consumidor para que elija una compra de prendas con largo recorrido.
El presidente de la Asociación Creadores de Moda de España (ACME), Modesto Lomba, comenta a Efe: “La sociedad vive en una contradicción, porque quiere preservar el medioambiente, pero consume de manera irresponsable. El sector del diseño de moda debe concienciarse en un contexto de excelencia”.
Uno de los retos de la industria de la moda para este 2020 es que el consumidor invierta en “moda con alma”, que valore la calidad del producto y olvide las compras compulsivas. “Es el momento de adquirir emociones”, indica Lomba.
Por su parte, el diseñador Juanjo Oliva apunta que las firmas deberían hacer más esfuerzo en comercializar prendas “realmente sostenibles”, y considera que “todos debemos variar conductas y atender al sentido común, intentando no consumir de manera compulsiva, fijando la atención en dónde y cómo están fabricadas las prendas y cuánto contaminamos el medioambiente”.
Javier Goyeneche, fundador de Ecoalf, una de las firmas pioneras en moda sostenible de España, insiste en que el sector debe cambiar su modelo de negocio para “tener un impacto positivo. Si no eres parte de la solución, eres parte del problema”, indica.
También añade que “probablemente, la sostenibilidad es el reto más importante al que se enfrenta la moda en la próxima década”.
Algunas firmas textiles se han puesto como objetivo que el algodón de las prendas provenga de fuentes sostenibles y recicladas, lo que hoy no ocurre en el 95 % de la ropa que consumimos.
Cada vez existe mayor interés entre los consumidores por saber de dónde vienen los productos que adquieren y cómo han sido elaborados. Un camino en el que el trabajo artesanal adquiere protagonismo.
El valor de la artesanía. El buen consumidor de moda valora el trabajo artesanal, dado que tiene un fuerte compromiso con la compra responsable, la producción en proximidad, la recuperación de los oficios y la tradición.
El éxito de la moda ya no se mide por la cantidad, sino por calidad, un hecho que está íntimamente ligado a la artesanía. Precisamente es este un trabajo que pone en valor la cultura local, empodera la diversidad y preserva el patrimonio de un país.
Lo que está claro es que la artesanía necesita tiempo y conocimiento, valores que hoy se viven como una contracción, dado que estamos en un mundo en lo que todo se consigue a golpe de un solo click, lo que lleva a un consumo compulsivo de prendas y genera un notable mayor número de residuos.
Ante esta situación de desorientación en el consumo, lo importante es educar a las nuevas generaciones y dirigirlas hacia un consumo responsable.
“Para mí es un orgullo que clientas de toda vida aún luzcan prendas que les hice hace 30 años, y no hay nada más sostenible que eso”, asegura a Efe el diseñador Modesto Lomba.
Potenciar la creatividad. En este año que comienza se habla de reducir los impulsos y comprar estrictamente lo que se necesita.
Muchas firmas prefieren el alquiler como una opción real y otras se decantan por la reventa de ropa de segunda mano. Ambas ideas creativas que pretenden frenar la fabricación y el consumo masivos.
Desde que muchas famosas lucieran piezas antiguas, se ha puesto de relieve la importancia de la moda “vintage”.
De esa manera se han visto piezas icónicas de grandes firmas como Versace, Thierry Mugler o Hermés. En este último caso con el modelo “Constance” que aportó a Marta Ortega, hija del empresario Amancio Ortega que es la sexta fortuna del mundo.

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