En el país se ha ido adquiriendo conciencia en los diversos estratos de la sociedad de su condición de nación caribeña lo que, hace tan solo unos pocos años, no era totalmente visible para amplios sectores. Sin embargo, se ha ido expandiendo la comprensión y visión de que el futuro de la República Dominicana se define en el Caribe, así como su seguridad e integridad, aunque, entiéndase bien, hay que diseñar una política global y desarrollar relaciones integrales con todo el mundo.

La RD tiene relaciones intensas con los Estados Unidos y, sin dudas, debe desarrollarlas pero teniendo como objetivo encausarlas por un derrotero que le permita obtener beneficios plenos de la misma. El déficit comercial generado y ampliado por la aplicación del DR CAFTA es inaceptable y requiere que se introduzcan las correcciones pertinentes y tener la entereza política para rediscutir lo que sea necesario reabrir.

A su vez, el país debe decidirse a emprender las acciones que lo acaben de colocar en la posición de eje económico logístico de la región del Caribe, especialmente de su subregión insular; en tanto que debe también emprender acciones, a los niveles públicos y privados, para aprovechar el TLC con Centroamérica, potenciar las posibilidades que ofrece Petrocaribe e intensificar los vínculos con Colombia, México y Cuba. No nos engañemos ni vivamos de sueños y utopías, solo cuando tomemos ese camino de amplia vía podremos avanzar hacia niveles superiores del desarrollo nacional.

Sin embargo, por las aguas del mar Caribe no navegan y vuelan solo embarcaciones y aeronaves portadoras de progreso y desarrollo. Por sus aguas y cielo atraviesan también banderas asesinas con amenazas de destrucción social y muerte. El narcotráfico, contrabando de armas,  la trata y trasiego de personas, conjuntamente con los flujos migratorios ilegales, más otras actividades del crimen organizado, son amenazas y desafíos que hay que enfrentar sin otra opción que derrotarlos y neutralizarlos: es la integridad del país y de su sociedad lo que está en juego. 

Países hermanos nos muestran, ahora y en el pasado reciente, la cuota de sangre y angustia que se paga cuando el crimen organizado intenta adueñarse de las calles y de las instituciones de un país. Colombia, con decisión y coraje, ha logrado ir acorralando el problema del narcotráfico – además de enfrentar su problema de guerrilla y paramilitares – pero la situación en casi toda América Central con las pandillas delincuenciales, y México con una guerra frontal con los carteles del narcotráfico, nos muestran que nunca serán suficientes los recursos que se destinen, no importa lo pobre que se sea, para doblegar esos retos que constituyen una verdadera amenaza a nuestra estabilidad y desarrollo. Tampoco en esto nos engañemos. En la medida que en México se logren éxitos en el combate a los carteles, estos van a tratar de trasladar su centro de operaciones hacia el Caribe y en especial hacia la RD. Esos son los desafíos a enfrentar en el Caribe: desarrollo y seguridad.