Las redes sociales han venido a facilitar la comunicación e interacción con los conocidos, amigos y familiares, pero también encierran peligros, y más para los niños y adolescentes.
No manejarlas de manera adecuada puede acarrear consecuencias nefastas para cualquier familia.
Y es que cada año aparecen en la redes videos virales con diferentes retos que ponen en riesgo la integridad física, llegando a ser una verdadera amenaza para los niños.
Varios, como el “Ice Bucket Challenge” o desafío del balde de agua helada quedarán inmortalizados en la memoria de muchos al tener en su trasfondo un fin concienciador (buscaba crear conciencia sobre la enfermedad de esclerosis lateral amiotrófica); otros, sin embargo, buscan medir la valentía de sus participantes con desafíos mortales.
“En el caso de los retos como la “Ballena Azul” donde se pone claramente en riesgo la vida de la persona que lo acepta, es destacable que son ideados por personas con trastornos y enfermedades mentales, las cuales propician que un público con ciertas características se interese; esto lo logran actuando de manera fría y calculadora a la hora de seleccionar a sus víctimas” detalla la psicóloga clínica Zuleyma Rosario.
Especifica que si bien es cierto que las redes sociales han llegado a brindar un estilo de comunicación más rápido, moderno y económico y que constituyen una plataforma de acceso a información e interacción con personas a nivel mundial, no es menos cierto que muchas veces tanta accesibilidad puede resultar preocupante para los padres y peligrosa para los hijos, sobre todo si son menores de edad.
Explica que es importante que los padres tengan cuestionantes sobre el uso que le puedan estar dando sus hijos a las redes sociales.
¿Es mi hijo una posible víctima? “Las redes sociales son una plataforma de acceso a todo el mundo y nuestros hijos no son la excepción, por lo que no están libres de recibir cualquier propuesta o conocer a alguien inadecuado por esa vía”, advierte la especialista.
Señala que la gran diferencia radicará en que tan fuerte y saludable sea la relación con los hijos, ¿Qué tanto confía en mí? ¿Qué tan sana es su autoestima? ¿Qué tan amado y comprendido se siente? ¿Qué tanto le escucho y me intereso por lo que le pasa? ¿Qué tan importante le hago yo sentir día a día? ¿Qué tanto se yo cómo le va en el colegio? ¿Con quienes se junta? ¿Cuáles son sus intereses? ¿Está feliz?
Rosario enfatiza que si se toma todo esto en cuenta es muy difícil que nuestros hijos se vean envueltos en trampas cibernéticas, ya que quienes caen en ellas son quienes buscan en otros ambientes el sentido de pertenencia, amor y aceptación que no reciben en el hogar y que indiscutiblemente esperan y necesitan.
¿A cuáles señales debo prestar atención? La experta en conducta humana detalle que “si notamos que nuestro hijo está distinto, si está irritable o nervioso, se aísla, tiene cambios en su rutina, en su apariencia, en su alimentación, los lugares que frecuenta, la forma de arreglarse, si no acostumbra a mentir y descubrimos que lo hace y si pasa más del tiempo acostumbrado en internet entonces es necesario indagar”.
¿Qué hacer como padres? Ante esta y tantas realidades difíciles a las que se enfrentan los padres en la lucha para formar hijos saludables, lo primero y fundamental será hacerles sentirse amados e importantes y esto debe hacerse de forma incondicional, aceptarles tal y como son y no como quisiéramos que fueran.
Un segundo punto, son las reglas y limites, ya que -como sabemos- un niño o un adolescente sin límites ni reglas claras se sentirá siempre desorientado, partiendo del tema en cuestión, el uso y el acceso a contenido en las redes debe estar siempre regulado por un adulto responsable.
Además, es importante interesarnos por lo que les interesa y conocer cómo piensan. Esto favorece mucho a una buena comunicación.
Se debe validar sus esfuerzos y logros, pero sin hacerles sentir culpables cuando fracasen o cometan un error, sino más bien motivarlos a hacer el cambio necesario y seguir adelante. Esperando que den lo mejor de sí y no que sean perfectos.
Fomente actividades que fortalezcan la convivencia diaria fuera de las redes sociales y la tecnología, saque tiempo a hacer cosas juntos, promueva la diversión y el disfrute de las cosas esenciales de la vida.