Los riesgos políticos con La Nueva Barquita

Los riesgos políticos con La Nueva Barquita

Desde 1962 la clase política que ha disfrutado del poder ha jugado constantemente al populismo irresponsable con tal de quedar bien con los sectores marginados que son una buena parte de los dominicanos y de los votantes. A nombre de ser padres de familia se les acepta toda clase de tropelías para violar el orden establecido, y muchos menos, obedecer las leyes y el orden jurídico imperante.
Dos ejemplos de esa complacencia de los políticos en los gobiernos son elocuentes. Una con los choferes del concho y la cantidad de concesiones que han recibido haciéndose los dueños del país. La otra es cómo las márgenes de los ríos principales se han poblado de miles de emigrantes de las zonas rurales y de pueblos pobres huyéndole a su situación. Ya sea a orillas del Ozama o del Yaque del Norte pueden esperar una mejoría y salir de la pobreza. Ya que a lo mejor el gobierno se conduele de ellos y les construye complejos habitacionales sin costo para ellos.
Y los pobres saben que tienen muchas posibilidades de que eso sea cierto aun cuando transcurran más de 20 años de convivir con las aguas crecidas, las inmundicias y el hacinamiento. Durante las administraciones del doctor Balaguer se borró el Hoyo de Chulín y surgió el Puerto Isabela. Y con Las Caobas se llevaron a los habitantes de La Ciénaga los cuales al poco tiempo de trasladados comenzaron a traspasar las casas y apartamentos y retornaron a su antros de miseria y de insalubridad.
Luego La Ciénaga volvió a renacer y con apoyo de las autoridades se construyeron todas las obras de infraestructura para servicios y hasta con una planta de tratamiento de aguas negras que nunca funcionó adecuadamente. Ahora La Ciénaga es parte urbanística de la margen occidental del Ozama. De esa manera se cercenó el proyecto de parque ecológico para esa zona liberada de los asentamientos irregulares.
Con la Nueva Barquita inaugurada el día de San Pedro y San Pablo, el gobierno apuesta a un proyecto innovador y arriesgado cuando 1785 familias se hayan instalado para disfrutar de algo que no conocían durante sus padecimientos de vivir con las inmundicias. Todos ellos provinieron de la zona rural y de otros pueblos pobres para ocupar las orillas del Ozama. O hasta compraron las mejoras a otros ocupantes que lograron sacudirse de esa miseria y lograron trasladarse a otros lugares de ocupación ilegal por ser terrenos públicos o privados.
Pero ahora el gobierno del presidente Medina ha puesto todo su prestigio en el éxito del proyecto. Y es que planeó cada paso tanto para la construcción del proyecto en todos sus aspectos de infraestructura y edificaciones. Así mismo emprendió con la dedicación de decenas de expertos el proceso más delicado del proyecto que era reeducar a los beneficiarios. Estos en intensos cursos, charlas, demostraciones en el campo y el apartamento modelo les fueron enseñando los estilos de vivir en un ambiente limpio y ordenado. Todo para eliminar los malos hábitos después de haber vivido durante décadas en la más abyecta miseria.
Fue una tarea titánica de los reformadores de conductas. El resultado se observó a vuelo de pájaro el pasado miércoles 29 con el comportamiento de los favorecidos con las viviendas con la devoción y agradecimiento que daban muestras hacia la persona del presidente Medina. El esfuerzo está hecho por la precaución de la autoridades de haber establecido unas bases muy sólidas con un patronato presidido por un sacerdote católico muy entusiasta y querido, que fue el propulsor del proyecto.
El modelo se ha sembrado. Esperar ahora la cosecha con gentes más conscientes de sus deberes. Junto con el proyecto de Boca de Cachón son dos esfuerzos extraordinarios de un gobierno que añade estrellas amarillas a su foja de éxitos. Son cuatro mil millones de pesos que ha costado La Nueva Barquita y aparentemente por la devoción que se veía manifestada en las gentes ha valido la pena para atacar de frente la ocupación ilegal de las márgenes de los ríos que los políticos desde 1962 por populismo, negligencias e ignorancias la han permitido y hasta la han fomentado.
Es un riesgo político de imponderables. La continuación del modelo en otros lugares con hacinamientos espectaculares, y hasta en peores condiciones, podría generar un estallido de demandas de los pobres exigiendo que se les tome en cuenta para cambiar de vida. Y el gobierno no estaría en capacidad de complacerlos a todos.

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