Los ríos desbordados

Los ríos desbordados

–Los palos que arrastra un río crecido laceran y clavan a los que viven en el entorno; las hojas podridas infectan sus heridas; pero las monedas de oro que lleva el torrente se entierran en el lodazal. Es notorio que las cosas malvadas, dolorosas y feas, son más visibles que las bellas, amables y buenas. Estas son opiniones de Arnulfo, expresadas con motivo de asuntos específicos de este barrio de mis dolores. El padre Servando estaba sentado en la sacristía, en una butaca de madera con un delgadísimo cojín. Frente a él, en otra butaca muy parecida, estaba la viuda Edelmira escuchándolo.

–Buenas tardes, doña Edelmira; cuando entré con la bandeja y la vi con ese traje gris creí que era una reina de vacaciones; el padre Servando, con esa cara tan seria, parece un confesor de los tiempos de mi abuela. Usted no sabe que su difunto marido fue quien arregló lo del accidente de mi hijo en la motocicleta. El hospital cobraba un dineral. Estaré siempre agradecida de él. La mujer, al decir esto, se puso la mano en el pecho. –Bartola, es usted muy amable conmigo y con Arnulfo; gracias por sus palabras. –Si ya ustedes no me necesitan, me retiro.

–¿Padre Servando, que son los Almacenes Rancontán? –Es un negocio propiedad del señor Custodio, el hombre que donó la campana para la iglesia. Sufrió de un tumor en el hígado –un tumor benigno, gracias a Dios- y está ya recuperado. Él y su mujer vienen a misa. Arnulfo trabajaba en los libros de esa compañía por acciones. El almacén está cerca de aquí, en una calle sin salida. Trabajan muchas personas en la empresa; venden provisiones y efectos de ferretería al por mayor, sobre todo para el interior del país.

–Le envié esa nota que Arnulfo escribió hace tiempo porque quería decirle que en las proximidades de esos almacenes reside Dolores Barbosa; a quien llaman Lolona. Esta mujer ha propalado rumores falsos contra Arnulfo y contra otros hombres. Ahora está conectada con negociantes del bajo mundo. Es capaz de cualquier cosa para alcanzar sus ambiciones. Conozco de estas manipulaciones, pues hablo con trabajadores, técnicos, feligreses. Mi deber es ponerla en antecedentes.

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