Los ríos desconocidos

Los ríos desconocidos

La frecuencia con que los ríos dominicanos están sorprendiendo a decenas de poblaciones con sus grandes avenidas, y los consecuentes daños a las propiedades, plasman la realidad de cómo los organismos oficiales carecen de los recursos y de la información acerca del comportamiento de los ríos desde hace más de 30 años.

Los ríos dominicanos están salvajes, ya que las regletas con que se medían los caudales en estaciones específicas, desaparecieron hace tiempo. Y con los equipos para conocer la velocidad de la corriente del río, desaparecidos también, se inició el descuido clásico de una burocracia que perdió interés en cosas sin importancia y dejaron al país sin la información de cómo se comportan sus ríos. Muchos diseños de presas hubo que hacerlos con la información de los caudales de los ríos de Puerto Rico o de Cuba y el comportamiento de otros ríos en el Caribe. Aquí todo se perdió ya fuera por el descuido, o al no haber “grasa” en ese tipo de actividad burocrática, no hubo interés en ir a leer una regleta en una estación de aforo ubicada en sitios muy incómodos de llegar.

Por eso que organismos internacionales, conociendo la indolencia oficial y el poco interés para atender los mecanismos de medición de los ríos y corrientes de agua con el conocimiento de su comportamiento, es que han ofertado un préstamo al país en condiciones blandas para instalar las estaciones hidrométricas que permitan volver a conocer de cómo se desempeñan los ríos y evitar tantas sorpresas que años atrás no se conocían y ahora producen severos daños a las propiedades, a las vidas y a la economía.

Los ríos ya son unos grandes desconocidos. De ahí el pánico de las autoridades cuando son impactados con una tremenda creciente, aparentemente impredecible debido a que desconocen el caudal como antes. Ahora se asumen las avenidas como insólitas y se tornan erráticos para operar los embalses de las presas, ya que aguas arriba de los mismos dejaron de existir las estaciones de aforo, y entonces, para conocer de caudales se valen de las informaciones de ríos extranjeros y caribeños.

Es esencial con los recursos que aportará el préstamo para las estaciones hidrométricas, que se pueda de nuevo obtener las informaciones correctas de los ríos. Vergüenza debe darnos, que si por tantos años hubo disponible las informaciones para diseñar las presas de Tavera y de Valdesia, ahora ya no existen las informaciones que permitan prever el caudal de los ríos y de cómo se comportan bajo el asedio de tormentas y de caudales imprevistos.

Lo importante es que exista una vigilancia responsable.

Que en primer lugar se controlen correctamente y luego instalar las decenas de estaciones que ahora, con la ayuda de la tecnología, cada río ofrecerá datos de su comportamiento y se prevean tantos daños, fruto de la indolencia de los burócratas post Trujillo. Ellos destruyeron todo un sistema muy eficaz que en la década del 50 era una garantía para el riesgo y los acueductos.

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