Los rostros más frágiles de un conflicto armado

Los rostros más frágiles de un conflicto armado

CARLOS ARCILLA
Tres experiencias cuentan la realidad que viven los niños durante y después de un conflicto armado. La protección de sus derechos fundamentales y su posterior readaptación al entorno social son los principales retos.  “Es duro recordar esas imágenes”. Con estas palabras comienza el testimonio de Sanja Kuljanin al describir su experiencia durante el asedio a Sarajevo (Bosnia-Herzegovina) cuando ella era aún una niña (1992).

Sanja participó la semana pasada, junto a representantes de Save the Children y Cruz Roja española, en la conferencia “Niños/as afectados por conflictos armados”, realizada durante el seminario “El derecho a la participación de los menores en situaciones de riesgo” en Madrid.

Las experiencias de tres regiones en conflicto o post-conflicto (Bosnia-Herzegovina, Darfur y Sierra Leona) sirvieron de base para relatar las consecuencias de los conflictos armados sobre el lado más vulnerable y frágil de la población: los niños.

Según Sara Varela, expatriada en Darfur Oeste (Sudán) y cooperante de Save the Children, el trabajo con la infancia que ha estado inmersa en un conflicto armado es un proceso que “nunca termina” y que requiere de la implicación de la comunidad y de un presupuesto económico sostenible.

Tras su experiencia en la gestión de procesos participativos de educación infantil en Darfur, Varela asegura que el trabajo de una organización social debe pasar por la aceptación de la comunidad donde actúa, respetando la estructura piramidal de cada colectivo.

La protección de los niños durante el periodo de conflicto parece no ser suficiente para garantizar un crecimiento armónico. El técnico del Departamento de Cooperación Internacional de la Cruz Roja, Ignacio Román, explica la necesidad de implicarlos en el proceso social de construcción de la paz.

Román asegura que el programa Children Advocacy and Rehabilitation (CAR), que desarrolla en Kabala (Sierra Leona), ha tomado en cuenta la urgencia de integrar a la comunidad a los menores que han salido con vida de un conflicto, muchos de ellos víctimas de abusos sexuales, huérfanos u obligados a participar como soldados.

Según el representante de Cruz Roja, “es básico preparar a la comunidad para su llegada”, ya que en muchas ocasiones ellas mismas los habían expulsado de sus hogares, lo que hace más compleja la situación.

La lagrimas de Sanja no se han borrado de su rostro, al recordar 15 años después, la falta de alimentos básicos y la inseguridad de seguir viva al día siguiente. Durante el seminario, su relato puso en la mesa de discusión la necesidad de una atención básica en el momento (servicios básicos) y su inmediata atención para la rehabilitación psicosocial.

La representante de Save the Children insistió en la necesidad de crear “espacios amigos de la infancia”, donde se suministre a los niños de alimentos, educación (formal o no-formal) y terapias.

Los demás participantes coincidieron con Varela en asegurar que el modelo de ayuda y cooperación social debe llevarse a cabo en varias fases, es decir, en un proceso que incluya tanto la atención inmediata (Darfur) como el soporte a corto (Sierra Leona) y mediano plazo (Bosnia-Herzegovina).

(MUNDO SOLIDARIO)

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