Los saberes en un solo saco

Los saberes en un solo saco

FEDERICO HENRÍQUEZ GRATEREAUX
Antes de escribir un artículo los escritores deberían invocar la protección de Santa Bárbara, patrona de los artilleros.  Los artilleros están obligados a apuntar muy bien antes de disparar; para no errar el tiro y no desperdiciar las municiones.  Se les llama santabárbaras a los depósitos de armas, de pólvora y proyectiles.  Las ideas, por si mismas, pueden llegar a formar un arsenal peligroso; también necesitan de los cuidados de Santa Bárbara, a fin de que no se produzca un incendio o una explosión. 

Esto viene a cuento por la tendencia actual a la conjunción de las ciencias y las humanidades.  Algo que desata enconadas trifulcas, generalmente seguidas por improperios, descalificaciones, amenazas de “excomunión” académica o gremial.  En el año 2002 falleció Stephen Jay Gould, paleontólogo, profesor de la Universidad de Harvard, autor de El pulgar del panda: una nueva teoría de la evolución; de Cuando las gallinas tengan dientes: reflexiones sobre la historia natural, entre otros muchos libros celebrados y traducidos.

En noviembre del año 2002 el editor ingles de Stephen Jay Gould anunció que había recibido los originales de un libro de Gould titulado:  Erase una vez el zorro y el erizo, con un subtitulo:  Las humanidades y la ciencia en el tercer milenio.  Ese editor y amigo de Gould, llamado Leslie Meredith, escribió una nota introductoria a ese libro póstumo.  En el año 2003 la editorial barcelonesa Critica publicó el libro, traducido al español por Joandomenec Ros.  Hace un par de años el licenciado Pelegrin Castillo me obsequio un ejemplar de  Erase una vez el zorro y el erizo, tal vez con la secreta esperanza de que dejara de leer libros viejos, pasados de moda, y empezara a “ponerme al día”.  Erizo y zorro representan dos modos de conducirse frente a la realidad natural; son alegorías de las maneras divergentes de razonar en las ciencias y en las humanidades.

El zorro “encarna el engaño y la astucia”; en cambio, el erizo no disimula ni se esconde, pues tiene “confianza severa” en su cuerpo cubierto de púas.  Gould saca los ejemplos del zorro y el erizo de una vieja Historia natural de los animales, redactada por Konrad Gesner en 1551.  Este naturalista suizo dibujó esos dos animales para ilustrar su libro.  Pero el fondo de todo esto es un antiquísimo proverbio que opone la astucia a la perseverancia, que eleva dichas virtudes a símbolos, personificados en el zorro y el erizo.  El proverbio griego, atribuido a Árquiloco, reza: “el zorro planea muchas estrategias, el erizo conoce una sola estrategia, grande y efectiva”.  Erasmo de Rótterdam comentó en latín ese dicho sapiencial acerca de vulpes y echinus – zorros y erizos – en el año 1500.  Para Stephen Jay Gould las ciencias son erizos y las humanidades zorros.  El astuto zorro humanista puede engañarte con su hermosa retórica.  El científico erizo no es tan brillante pero avanza resueltamente hacia la verdad con entera confianza en sus procedimientos.

La opinión de Gould es que esas dos formas de razonar los hombres han de fundirse en una sola cultura orgánica.  Como paleontólogo, Gould trabajó siempre con las técnicas del erizo; pero como hombre de cultura lamentó la escisión tajante entre dos vías legitimas de adquirir conocimientos.  Stephen Jay Gould censuró agudamente a  Charles Percy Snow, el famoso autor de  Las dos culturas.  A Gould le parecía que la disertación de Snow acerca de ciencia y literatura sufrió un desbordamiento o exceso: la argumentación política de que el mundo actual esta dividido en países ricos y países pobres; y que la causa de esta situación penosa e injustificable es que unos países practican la ciencia, primariamente, y otros países especulan, casi exclusivamente, en el campo de las humanidades y la literatura.  Los primeros fueron ricos en el pasado y lo siguen siendo ahora; los segundos eran pobres antes y continúan siéndolo hoy.  Pero no hay dudas de que las consecuencias sociales o económicas de la ciencia aplicada son cosas distintas de las “formas” en que se adquiere el conocimiento, sea teórico o práctico.  El interés de Gould es utilizar las habilidades del zorro para “la causa del erizo”.

Las palabras de Gould frente a C.P. Snow son las siguientes: “Al argumentar que la vida académica se había escindido por la división de los intelectuales en campos de sospecha, falta de respeto e incomprensión mutua, y al designar a los bandos de esta supuesta dicotomía como “intelectuales literarios” frente a “científicos” (de los cuales los más representativos eran los científicos físicos), creo que Snow había identificado un fenómeno ingles local (y, además, en buena parte un gremialismo altivo propio de Oxbridge) y que llevó sus observaciones a una situación general falaz”.   Para concluir con este asunto Gould añade: “no puedo dejar de pensar que, erróneamente, consideró idénticas una marca concreta de cultura inglesa tradicional, presuntuosa, obstinada, en gran parte de clase alta, y una comunidad de humanistas mucho mayor y más variada, y que no consiguió darse cuenta (aunque al mismo tiempo señalaba el hecho) de que el sistema inglés de especialización disciplinaria en una época tan temprana acentuaba tanto el gremialismo de fidelidad como la ignorancia de otros campos en un nivel extremo entre los países occidentales”.  La gresca verbal ocasionada por  Las dos culturas tuvo lugar en los años sesenta del pasado siglo.  Sus consecuencias se extendieron por más de veinte años.  Sin embargo, en estos tiempos que corren ha surgido un empeño nuevo por hermanar los conocimientos científicos – cosmología, física, química, biología – con disciplinas humanísticas -filosofía, lingüística, sociología, economía, teoría política-. 

Según parece, intentaremos de nuevo vivir la experiencia “generalista” de el Renacimiento.

Publicaciones Relacionadas