Los sabores de chocolate, té y café
retornan a sus verdaderos orígenes

<P>Los sabores de chocolate, té y café<BR>retornan a sus verdaderos orígenes</P>

Caius Apicius
MADRID. EFE. Hace unos días entramos en posesión de una tableta de chocolate de una prestigiosa marca, en cuya composición no entraba el azúcar, sino un alto porcentaje de cacao… junto con una pequeña, pero muy notoria, parte de chile; un chocolate no sólo amargo, sino francamente picante.

La verdad es que, superada la sorpresa inicial, estaba bueno. Y recordamos que así, con chile entre otras cosas, tomaban su chocolate los mexicanos de tiempos de la conquista, y así fue como lo probaron los españoles. Pero no debió de gustarles demasiado, porque no tardaron mucho en modificar las cosas.

También cambiaron los europeos la forma de tomar las otras dos bebidas “exóticas”: el café y el té. Fundamentalmente, la cosa consistió en añadirles leche y edulcorarlos con azúcar.

Evidentemente, el cambio fue muy grande… y pervive, pese a que hay una cierta tendencia a volver a los originales.

Pero, en general, un chocolate “negro”, con apenas azúcar, aunque sea ahora mismo el preferido por los “gourmets”, no es, ni mucho menos, el más popular: se consume mucho más el chocolate más claro, con leche y azúcar, tanto en estado sólido como líquido. En cuanto al café, los europeos estamos más acostumbrados al estilo italiano -el “espresso”- y al café con leche -para desayunar- que al café al estilo americano, que, la verdad, siempre nos ha parecido un agua algo sucia.

También tomamos el té con leche y azúcar, a la manera inglesa; ya saben: una nube de leche, y todas esas cosas. Es curioso que en todo el mundo se asocie el éxito del té con los ingleses, a causa  del “five o’clock tea”… porque no fueron los británicos los impulsores de su consumo en Europa, sino los portugueses. Los ingleses bebían café, pero muchísimo café, hasta que una reina de la casa de Braganza puso de moda el té en las islas británicas. 

Drástica modificación

En cuanto al café, su difusión en Europa occidental fue cosa de venecianos y marselleses; curiosamente, mientras los italianos y, en buena medida, los españoles, hacen buenos cafés, los franceses no acaban de dar con el punto. Pero, en cualquier caso, café, chocolate y té, o al menos el modo usual de tomarlos, fueron modificados.

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