La antigua obra maestra de don Miguel de Cervantes, a pesar de que las nuevas generaciones ya no leen “clásicos” como Don Quijote de la Mancha, siempre, como la Biblia, su hermana en popularidad y clasicismo, serán útiles para reflexiones aprovechables en el presente. Por eso me permito citar que el personaje Quijote en la obra mencionada era un viejo que se volvió loco y salió a desafiar demonios para salvar el mundo y en su estrambótica jornada contrató a un sirviente llamado Sancho Panza.

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La señora Elizabeth Silverio, “neurocientífica” desenmascarada por Nuria Piera, fungía como gerente y/o propietaria de un centro de atención a niños especiales con un equipo de ayudantes y ninguno se ha atrevido a darle apoyo a pesar de que tal vez uno o más de ellos esté realmente calificado para dar el servicio que se ofrecía en el establecimiento. Esos colaboradores no pueden ser juzgados como cómplices, sino como Sancho Panzas porque hace siglos que se sabe que un empleado de un loco es más loco que su jefe.