Los Santos hablan sobre la Navidad

Los Santos hablan sobre la Navidad

POR LEONOR ASILIS
Ha llegado la Navidad! Con el anuncio de los ángeles los pastores fueron rápidamente a Belén, para adorar al niño Dios. También vamos nosotros a poner nuestras vidas a sus pies para reine en nuestros corazones.

Este misterio tan profundo y maravilloso nos invita a alegrarnos, a darle gracias a Dios por haber querido rescatarnos en su Hijo; habiéndose humillado hasta encarnarse, haciéndose finito el infinito.

Es nuestro deseo que vivamos la Navidad en familia, a imitación de la Sagrada Familia, alrededor de un clima de paz y afecto hacia quienes nos rodean.

Entendemos que los Santos tienen palabras cargadas de sabiduría para este tiempo, por lo que compartimos algunos fragmentos de sus reflexiones con la esperanza de que el Espíritu Santo nos conmueva y renueve con la dicha de percibir el gran amor de Dios por nosotros. Feliz Navidad!

San León Magno, Papa nos dice: «Hoy, queridos hermanos, ha nacido nuestro Salvador; alegrémonos. No puede haber lugar para la tristeza, cuando acaba de nacer la vida; la misma que acaba con el temor de la mortalidad, y nos infunde la alegría de la eternidad prometida.

Nadie tiene por qué sentirse alejado de la participación de semejante gozo, a todos es común la razón para el júbilo porque nuestro Señor, destructor del pecado y de la muerte, como no ha encontrado a nadie libre de culpa, ha venido para liberarnos a todos. Alégrese el santo, puesto que se acerca a la victoria; regocíjese el pecador, puesto que se le invita al perdón; anímese el gentil, ya que se le llama a la vida».

San Bernardo, abad nos advierte de que antes de que apareciese la humanidad de nuestro Salvador, ya existía la misericordia del Señor la cual nos prometía la paz a través de los profetas:»Yo tengo designios de paz y no de aflicción». Nos dice el Santo que lo que se trata ahora no es de la promesa de la paz, sino de su envío; no de la dilatación de su entrega, sino de su realidad; no de su anuncio profético, sino de su presencia.

Citamos: ‘Es como si Dios hubiera vaciado sobre la tierra un saco lleno de su misericordia; un saco que habría de desfondarse en la pasión, para que se derramara nuestro precio, oculto en él; un saco pequeño, pero lleno. Y que un niño se nos ha dado, pero en quien habita toda la plenitud de la divinidad. Ya que, cuando llegó la plenitud del tiempo, hizo también su aparición la plenitud de divinidad.

…¿Hay algo que pueda declarar más inequívocamente la misericordia de Dios que el hecho de haber aceptado nuestra miseria? ¿Qué hay más rebosante de piedad que la Palabra de Dios convertida en tan poca cosa por nosotros? Señor, ¿qué es el hombre, para que te acuerdes de él, el ser humano, para darle poder? Que deduzcan de aquí los hombres lo grande que es el cuidado que Dios tiene de ellos; que se enteren de lo que Dios piensa y siente sobre ellos. No te preguntes, tú, que eres hombre, por lo que has sufrido, sino por lo que sufrió él. Deduce de todo lo que sufrió por ti, en cuánto te tasó, y así su bondad se te hará evidente por, su humanidad. Cuanto más pequeño se hizo en su humanidad, tanto más grande se reveló en su bondad; y cuanto más se dejó envilecer por mí, tanto más querido me es ahora».

Leonor.asilis@verizon.net.do

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