El pasado jueves, los dominicanos disfrutamos, hasta con ciertos temores, las dos reuniones que las facciones del PRD protagonizaron, en dos espacios de la capital dominicana, para establecer lineamientos de un partido que se debate en una casi certera división, fruto de las intransigentes ambiciones de dos de sus dirigentes.

 El país pudo comparar el desarrollo de ambas reuniones, que  en una fue notoria la presencia de todos los líderes del PRD, históricos y emergentes, mientras en la otra, que tiene la bendición del tribunal electoral,  brillaba por la carencia de nombres sonoros y carentes de liderazgos.

 Para el país, el enfrentamiento final está planteado,  aun cuando ya hay un grupo con la bendición  del Tribunal Superior Electoral y que postula a un dirigente que, sin carisma, sostiene una porfía azuzada contra el resto de los dirigentes importantes del PRD y son hacedores de opinión desde hace años, por lo que no augura una buena opinión en el criterio popular que lo lleve a convertirse en la opción que las mayorías nacionales anhelan, para desplazar a los engreídos peledeístas del poder.

 La costumbre, que es disfrutada por la población, de los enfrentamientos del PRD desde que llegó al país en 1961, es parte del folklore político, que si en algún momento tienen una estrategia de cordura y paz, nadie se los cree. Se  espera que los liderazgos disminuidos, por las ambiciones de los protagonistas,  hagan estallido para apropiarse de una masa ciudadana que en más de un 40% los respalda, pese a todos sus disparates y ambiciones desmedidas.

 Todavía los dirigentes del PRD, los expulsados o no, tienen tiempo para reagruparse en torno a un liderato que se acepte a regañadientes, puesto que para el 2016 ya los perredeístas tendrán 12 años fuera del guiso del poder, sin  disfrutar de las canonjías que ven de cómo la disfrutan  los peledeístas, despachándose a su antojo los recursos del Estado.

 Ese reagrupamiento, en torno a Miguel Vargas sería una victoria pírrica, ya que al tenor de lo visto el pasado jueves en el Coliseo Teo Cruz es un apoyo comprado, en que toda la dirigencia importante del PRD se volcó hacia el club de Los Prados, brindándole  al locuaz  e hiperactivo ex presidente Hipólito Mejía el disfrute de un espacio que él necesitaba, y dudaba que lo poseyera, pero ahora  adquiere más energía y renovado apoyo para establecerse en su liderazgo, pese a que tienen en contra a los organismos electorales  que marcadamente, en cada una de sus decisiones, favorecen a su rival.

 Todavía el país confía que el PRD, y algunos de sus lideres podrían enfrentarse exitosamente a la poderosa y millonaria maquinaria del PLD, que anunciada ya como una fábrica de presidentes, es poco espacio que se deja  a más del 50% del país que no lo apoyan y repudian la forma de cómo se han servido del poder para el enriquecimiento  de sus miembros más suertudos a todos los niveles partidarios.

 La oposición, liderada por el PRD, tiene en sus manos, y podría, si resuelven su conflicto de ambiciones y  personalidades, contar con el apoyo de un país que ya demostró en las elecciones del 2012 su rechazo a un estilo de poder, cuya máxima es aprovecharse de los recursos para utilizarlos en función a sus objetivos de control de la comunidad nacional.

 Es que fuera del PRD no hay una fuerza para enfrentar al PLD, ya que los aguajes de los reformistas, fieramente adheridos a la ubre del PLD oficial, nadie cree que van a zafarse  de esa nutricia fuente de riquezas personales, que hasta le ha permitido las acciones  más vergonzantes  desde la Cancillería dominicana, las cuales han incentivado  la bravuconería del gobierno haitiano para humillar al país como les plazca con el torrente de vedas de diversos productos criollos.