El pasado 6 de septiembre, el distinguido historiador Juan Daniel Balcácer publicó en el periódico Listín Diario un interesante artículo con el título de ¿Cuál es el Nombre de la Capital de la República?.
Balcácer recuerda que la capital de la República siempre se llamó Santo Domingo a secas, con la excepción de Santiago en 1958; y solo desde 1966 se incluyó de Guzmán, en honor al patrono de la Villa, además del padre del Descubridor de América.
En realidad, Santo Domingo ha servido también para designar la isla que habitamos desde el tercer decenio del siglo XVI, así como las dos colonias que la compartieron desde el siglo XVII: Santo Domingo Español al Este y Saint Domingue Français al Oeste, hasta que Haití se independizó en el 1804 y asumió ese nombre. Ello explica porqué nuestra Constitución del 1844 obviara el nombre de nuestro país y consignara el del Estado: República Dominicana, aunque se reconoció tácitamente por su gentilicio sustantivo, salvo entre 1942 y 1966 que sí apareció expresamente. Santo Domingo de Guzmán apareció también en la Constitución de 1854, hasta 1879, para denominar la provincia territorio de la capital dominicana.
Yo estaría de acuerdo con que a la ciudad capital se mantuviera sin el apellido, de Guzmán, que no tiene una larga historia en el país; pero los nombres geográficos no obedecen solamente a la historia, sino también al peso de las tradiciones y de la racionalidad de nuevas realidades.
Así como Santo Domingo sustituyó a Española para designar nuestra isla; y la de San Juan pasó a denominar en la antilla vecina la capital de la misma, en tanto su puerto principal: Puerto Rico, terminó denominando a toda la isla; y como México se tragó a Nueva España en la designación de ese gran país; en nuestra patria la municipalización de la vieja capital trajo consigo tres nuevos Santo Domingo: Norte, Este y Oeste, que acompañan ahora al del Distrito Nacional. De manera que el nombre de Santo Domingo de Guzmán se justifica ahora porque ayuda a distinguirlo de otros que lo rodean; los que junto a otros municipios reconstituyeron la Provincia de Santo Domingo en tanto todos en su conjunto junto al de Haina se conocen ya como El Gran Santo Domingo.
Pero si bien el gentilicio dominicano vale para los habitantes del país, y el de capitaleño sirve para señalar al nativo o residente del Distrito Nacional; se requiere la adopción de otros para distinguir al de la Provincia y aun de los demás municipios con el nombre de Santo Domingo; los de la provincia Santo Domingo muy bien podrían llamarse dominquenses, o Sandominguenses; los de Santo Domingo Este: domingo-orientales, los de Santo Domingo Oeste: domino-occidentales y los de Santo Domingo Norte: domingo-norteños.
Naturalmente, éstas son simples propuestas que solo su aceptación popular y oficial pueden consagrar; pero es indudable que cada día será más patente la necesidad social de que se establezcan gentilicios para designar a los miembros de esas comunidades políticas, que se perfilan como realidades inconmovibles dentro de nuestra gran metrópoli.