Los “sin concepto” del 911, y otras especies burocráticas

Los “sin concepto” del 911, y otras especies burocráticas

Rafael Acevedo Pérez

La semana pasada, luego de unos ventarrones, una rama bastante gruesa, como para romper el cristal delantero y causar un accidente lamentable, estaba sobre el carril derecho, justamente en la curva del elevado que comunica la Kennedy con la Churchill. Ante el abrupto encuentro, tuve que desviarme peligrosamente hacia el carril izquierdo, teniendo la suerte de que no viniera ningún vehículo detrás ni al lado, lo que me permitió salir del peligro sin tener problema alguno.

De inmediato llamé al 911 para informarles sobre esa peligrosidad en dicha elevada curva.

La respuesta de la señora que me contestó, fue simplemente, que llamara a los bomberos, y procedió a dictarme los números correspondientes, según ella. Le rogué que los llamara ella, porque yo no tenía disposición de anotar y empezar a realizar una llamada. Pedí ayuda a mi oficina y en seguida llamaron a los teléfonos indicados por la señora y además a otros números que aparecen en las guías y otros dispositivos de información.

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Nadie tomó el teléfono en lugar alguno. Y no llegué tampoco a saber cuándo ni cómo se resolvió la situación, ni si llegó alguien a accidentarse en la peligrosa curva con la gruesa rama bloqueando el carril derecho.

Aparte de la ansiedad de no poder evitar potenciales y lamentables accidentes, la frustración que se vive es por la inoperancia y la falta de concepto y responsabilidad de operadores, funcionarios y de toda una institución de primerísimo auxilio al ciudadano, que al que está en peligro, acaso un fuego en su casa u oficina, el famoso 911 lo único que puede hacer es decirle: “anote los números que le voy a dar, para que llame a los bomberos o a la ambulancia, o a lo que sea”.

¿Qué cuesta al 911 tramitar una emergencia a los bomberos? De hecho, la idea del 911 ha sido dotar a la memoria colectiva de un número que no se olvide a nadie en esas eventualidades de socorro.

Resulta inconcebible e inaceptable que existan instituciones públicas “de emergencia”, y de primer nivel de auxilio a los ciudadanos, incapaces, en cualquiera nivel de dirección u operación de no entender, ni tampoco tramitar o coordinar lo esencial en una emergencia de cualquier tipo. Se trataría de un simple mecanismo de registro e interconexión de servicios de primeros auxilios.

Acaso el 911 no sea necesariamente de los peores servicios del Estado dominicano. Pero sería importante y oportuno el respaldo oficial para la realización de un programa de auditorías ético-funcionales para estos organismos de servicio público.

Asunto necesario, con frecuencia de vida o muerte. Cada institución oficial sería sometida a una evaluación constante de cumplimiento de objetivos y funciones; partiendo del propio conocimiento y concienciación de sus directivos y empleados sobre los objetivos institucionales. Y examinarse la adecuación entre medios y fines; y especialmente, la adecuación ética de dichos fines y objetivos respecto a las necesidades ciudadanas.

La gente lo valorará y lo agradecerá. Todos nos sentiremos respaldados y protegidos por nuestros gobernantes.

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