Los sueños, sueños son

Los sueños, sueños son

En mi lejana infancia leí muchas veces los letreros y cartas de personajes cómicos, quienes escribían una lista de buenos deseos, para el año siguiente.

Era un ejercicio de futurología que hoy día me resulta risible. No basta con una lista de buenos deseos para que los mismos se conviertan en hermosas y satisfactorias realidades.

Una lista de buenos deseos puede ser algo personal, algo que se espera lograr, pero en esa lista no se debe incluir, por ejemplo: sacarme la Loto o la Lotería de Nueva York, en mi viaje del año próximo.

En “La rama dorada” Gibbon establece muy claramente la diferencia entre fe y magia, creencia y superchería, con una frase simple y profunda: la fe es creer sin ver, la magia es creer en objetos tangibles, a partir de esa definición que acepto, apruebo y repito, usted puede creer lo que entienda que es bueno.

Siempre me gusta recordar mi infancia, en aquella Barahona que se llevó el tiempo para acentuar los recuerdos, entonces había personajes de una sabiduría profunda y simple, como aquellos que citaba Juan Bosch cuando en conversaciones en familia pregonaba que “de niño conocí muchas veces a Sócrates en los campos de Río Verde”.

Se refería a esa sabiduría popular formada como capas superpuestas de inteligencia natural, que produce refranes que dan la vuelta al mundo desde que el mundo es mundo y continuarán hasta el fin de los días. Después, uno se introdujo en personajes de la literatura y de la historia que dejaron huellas en memorias importantes, en ricas enseñanzas que han contribuido a que podamos, “recordar, para que la muerte duela menos”.

Pero no podemos vivir en el pasado, glorias pretéritas y héroes de cartón, repetidos por los cadetes de este gobierno, metidos a generales sin pundonor, preñados de dinero sucio, tiznado muchas veces con el polvo maldito de la cocaína.

El momento no es para la contemplación, el momento es para la acción. El momento es para frenar al gobierno y a su candidato que persiguen continuar lo malo, afinar  los modos para continuar la  corrupción y seguir practicando el enriquecimiento ilegal al vapor.

Estos papagayos de las frases manidas, escultores verbales de las mentiras dichas con la mayor desfachatez, sin ningún rubor, sin ningún respeto por la inteligencia, creen que continuar con sus florituras verbales les permitirá seguir practicando lo que denunció el Presidente Hipólito Mejía cuando dijo “nos mienten, saben que nos mienten, pero no nos engañan”.

La gente no cambia de un día para otro. El momento no es para soñar, es para actuar en dirección a sacar a los fariseos del poder, porque ¿cuatro años más? eso no lo aguanta nadie.  

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