Londres. La luna de miel entre la prensa británica y Meghan Markle llegó a su fin, habida cuenta de la lluvia de críticas que los tabloides lanzaron contra la exactriz estadounidense convertida en duquesa de Sussex al casarse con el príncipe Enrique.
Seis meses después de una ceremonia digna de un cuento de hadas, que reunió a la familia real británica en el castillo de Windsor y deslumbró al planeta, la mestiza estadounidense de 37 años se ha ganado el apodo de “duquesa difícil”.
Meghan, a la que al principio se le atribuyó haber llevado un soplo de aire fresco a una monarquía almidonada en tradiciones, es ahora criticada por una serie de dimisiones en el personal de la casa real.
Según algunos medios, estas renuncias son debidas a la dificultad de trabajar con una mujer muy exigente, que envía mensajes electrónicos a sus empleados al alba.Y aún peor, que habría hecho llorar a su cuñada Catalina, esposa del príncipe Guillermo y encarnación de las buenas maneras inglesas.
La familia real aseguró que la decisión de Meghan y Enrique de irse a vivir a Windsor, lejos de Catalina y Guillermo, que viven en el palacio londinense de Kensington, se debe únicamente a la próxima llegada de su primer bebé.Pero los especialistas reales sospechan un deterioro de las relaciones entre las dos parejas.
La propia reina Isabel II, dicen los tabloides, se habría indignado cuando Meghan reclamó llevar su tiara de esmeraldas para contraer matrimonio con su nieto.