Por: Silvia Soto
El ascenso al poder del movimiento islámico “Los Talibanes” en tan solo 11 días y de forma repentina, ha hecho sonar las alarmas a la comunidad internacional por las implicaciones tanto desde el punto de vista de los derechos humanos de las mujeres y las minorías de ese país, como desde el punto de vista geopolítico.
Afganistán un país reconocido por su complejidad étnica y cultural, Se encuentra ubicado en Asia Central, con una población aproximada de 33 millones de habitantes, y más de 50 etnias y diferentes grupos tribales, enfrentados tradicionalmente entre sí. Su territorio tiene una extensión de 650.000 kilómetros cuadrados. El 99,7% de su población profesa el Islam, existiendo dentro de esta creencia religiosa variantes, Como el Islán Sunita, practicado por el 90%.El Islán Chiita, practicado por el 9.7. Y el 0’3% restante profesa otras religiones minoritarias, como el hinduismo o el budismo, esto refleja su complejidad social y cultural.
Los más de 40 años de guerra en este país han dejado un trágico saldo tanto en pérdida de vidas humanas como económicas. De acuerdo al informe publicado por las Naciones Unidas (ONU), entre 2010 y 2019 el número de víctimas civiles superó los 100.000.Mientras más de 2.500 soldados de EE.UU. han muerto y más de 20.000 resultaron heridos, además de 450 bajas británicas y cientos más de otras nacionalidades, además de 60.000 miembros de sus fuerzas de seguridad afganas muertas. Y, de acuerdo a estudios de la Universidad de Brown hasta el momento el costo económico asciende a US$ 2.26 billones para las arcas estadounidenses.
Los intereses geopolíticos de Estados Unidos, Rusia y algunos de los vecinos de Afganistán son múltiples y diversos. Los de la potencia del Norte, se pueden visualizar en la obra de Zbigniew Brzezinski, antiguo consejero de seguridad nacional del presidente Jimmy Carter en su obra: El Gran Tablero Mundial (1997), en la que el autor habla sobre los intereses estratégicos de este imperio y su clara visión de dominar el mundo mientras se convertía en la única superpotencia construyendo un poderío militar y económico inigualable.
En este punto, en el que los talibanes se alzaron con Cabul, mientras para la comunidad internacional la mayor preocupación es como está impactando los derechos humanos especialmente para las mujeres y niñas afganas. Tanto para EE.UU como Rusia es o debería ser el fortalecimiento de un gran enemigo común: el terrorismo, al que también le preocupa a China. Sin embargo, en el caso de Rusia, este país se ha mantenido pesar de enviando mensajes difusos sobre su posición respecto al conflicto, pues mientras siempre ha planteado, que sus intereses actuales en Afganistán se limitan a garantizar la seguridad de las fronteras de sus aliados en Asia Central, y declara a los talibanes como «terroristas» en 2003 como una forma de demostrar su posición auspicia conversaciones con ellos sin incluir a miembros de la oposición del gobierno afgano.
Los dirigentes de Afganistán, ahora en el exilio, sólo han sido invitados a una conferencia internacional celebrada en Moscú en marzo de este año, en la que también participaron representantes de la llamada «troika ampliada»: Estados Unidos, China, Rusia y Pakistán. «Rusia ha estado ayudando al Talibán, no sólo con su diplomacia, sino también con dinero y posiblemente inteligencia», le dice a BBC Mundo, con sede en Washington. Pero a Rusia -que tiene un largo historial de ataques yihadistas en el Cáucaso-, también le preocupa que el terrorismo avance en la región.
En cuanto a China, aparte de expresado interés por explotar el cobre de Afganistán, sobre todo le preocupan los grupos islamistas que operan en la región de Xinjiang, en el oeste del país, tomen fuerza, pues grupos extremistas uigures en Xinjiang y del Partido Islámico del Turquestán (una organización islamista fundada por yihadistas uigures)», los cuales necesita evitar que tomen más fuerza. Por su lado, Irán, se ha mantenido salvaguardando los intereses de su poderosa frontera, fluyen migrantes, drogas y grupos armados, ha definido sus relaciones con los talibanes. Funcionarios afganos y estadounidenses han acusado repetidamente a Irán, específicamente a la Guardia Revolucionaria de brindar apoyo financiero y militar a los talibanes.
Por su lado, Pakistán, quien también hace frontera tanto con Afganistán como con Irán, y quien de acuerdo a su ministro de Relaciones Exteriores: Shah Mahmood Qureshi, alberga actualmente a «tres millones de refugiados afganos, al igual que Rusia mantiene un mensaje difuso, pues mientras expresa que su mayor temor es que una guerra civil en Afganistán plantearía afecte la estabilidad de la región, su territorio sirvió de base para que a través de “La madrazas” (escuelas religiosas islámicas) se adoctrinaran a más de 200,000 niños que llegaron a ese país desplazados por la guerra en Afganistán para que se convirtieran en lo que hoy son los temidos “talibanes”
Es importante resaltar, que si bien es cierto que la estructura étnica y religiosa de Afganistán ha complicado la solución del conflicto, el cual podemos ver encajar en la descripción que realiza politólogo Samuel Huntington, en su “Teoría de Conflicto de Civilizaciones o de Línea de Fractura” explicada en su libro “Choque de civilizaciones”, en el cual define como guerra de transición a una era dominada por el conflicto étnico y las guerras de línea de fractura entre grupos de diferentes civilizaciones. Los conflictos de línea de fractura son de carácter colectivos entre Estados o grupos de diferentes civilizaciones, que han devenido violentos pueden darse entre Estados y entre grupos no gubernamentales. (Huntington, 1996, p. 247)
También ha complicado la solución el manejo egoísta y pragmático tanto de EE.UU como de Rusia, quienes compitiendo solo por una supremacía geopolítica, (Para EE.UU, esto varió a partir del ataque del 11 de septiembre).Es decir, luego del ataque la protección de su país y sus ciudadanos comenzó a ser prioridad. De cualquier modo, el punto es, que nunca hubo interés de parte de dichas potencias por aportar al desarrollo socioeconómico, democrático e institucional de ese país.
Lo contrario, sin medir consecuencias, instrumentalizaron ideológicamente la creencia religiosa, el islamismo fanático. Así, pudimos ver a Rusia saboteando el primer ensayo democrático de ese país, cuando su último rey: Mohamed Zahir Shah, quien arribó al poder en 1933, con apenas 19 años, de formación europea, que en 1964 impulsó la creación de la primera Constitución de la historia de Afganistán, la cual, garantizaba la libertad y la participación democrática, la cual, reconocía los partidos políticos, establecía un Parlamento Bicameral, la elecciones libes, prensa libre y el derecho al voto de las mujeres al presentar por medio propagandísticos los avances democráticos como ideas promovidas por el occidente para destruir los valores islámicos. Lo propio hizo Estados Unidos, cuando desde Pakistán exacerbaba los ánimos basando su discurso en la violación a la libertad de curtos y el derecho de los islámicos a profesar su fe. Y el atropello que esto representaba, no a la democracia, sino a “Ala”,
Durante la intervención de dichas potencias en el país, nunca hubo un plan dirigido a fortalecer la democracia, la institucionalidad para construir la tolerancia como cultura y herramienta fundamental para promover la paz, y combatir el fanatismo. Pero, tampoco hubo un plan para promover el desarrollo socioeconómico del país, lo que constituyó un gran error para EE.UU, ya que estos aportes hubiesen constituido sus mayores aliados para derrotar el terrorismo islámico. Como resultado de la falta de respuestas a necesidades socioeconómicas, la desigualdad, la corrupción y falta de fe en la institucionalidad (ocurridas tanto bajo la intervención de ambas potencias), en una gran parte de la ciudadanía afgana fueron creciendo los niveles de insatisfacción, que sirvieron de caldo de cultivo para el nacimiento del “monstruo talibán”.
¿Resultado? El país más pobre de Asia, dirigido por un ejército de más de 200,000 terroristas, antiguos Muyahidines, ahora talibanes, adoctrinados en las “madrazas pakistaníes” terroristas, fanáticos islámicos quienes al parecer han demostrado que son “invencibles“, y quienes haciendo una interpretación radical de la ley islámica o Sharía, están sumergiendo ese país en el escenario más surrealista posible de imaginar, en el que los derechos ciudadanos generales han sido timados, cargando la peor parte, los de las mujeres, las cuales han sido degradada a menos que cualquier objeto o animal, siendo impune y legítimamente violadas, golpeadas y asesinadas por las razones más triviales.
En este escenario, a las mismas se les prohíbe trabajar fuera de la casa, a las niñas mayores de 10 años y mujeres se les prohíbe trabajar, participar en alguna actividad sin acompañamiento de un pariente masculino, ser tratadas por doctores masculinos, azotes para las que no vistan acorde con las reglas talibán o contra las mujeres que no vayan acompañadas de su mahram, que no oculten sus tobillos, el uso de cosméticos. Si alguna mujer, por ejemplo, se pinta las uñas, puede sufrir la amputación de los dedos. Prohibición de hablar o estrechar las manos a varones que no sean mahram. Prohibición de reír en voz alta. llevar zapatos con tacones, que pueden producir sonido al caminar entre otras.
Solo resta esperar que las grandes potencias desde el punto de vista geopolítico, que los talibanes son una seria amenaza, y que el ser permisivo puede desencadenar una escalada de inestabilidad que solo empezaría en Asia, pero con repercusiones globales, y que el drama humano que vive el pueblo Afganistán, especialmente las mujeres, es sencillamente insoportables intolerable, por lo que es necesaria que se abra un frente decidido y solidario para controlar y someter a los verdugos talibanes.