Los ‘tentáculos’ del capital privado se apoderan de casi todo lo que consumes

Los ‘tentáculos’ del capital privado se apoderan de casi todo lo que consumes

Los gestores de private equity, conocidos como fondos de capital privado o capital de inversión, ganaron la crisis financiera. A una década de que la economía mundial casi colapsara, los grandes bancos están sujetos a una mayor regulación y escrutinio.
Los fondos hedge, que viven de la volatilidad que los bancos centrales tanto se esfuerzan en combatir, han perdido su atractivo. Pero la suerte ha sonreído a las firmas especializadas en la compra apalancada de empresas, hoy una industria pujante y próspera. Casi todo lo que ha sucedido desde 2008 ha sido favorable para ellos.
¿Tasas de interés bajas para financiar sus transacciones? ¿Un clima político amigable? ¿Una larga fila de clientes? Todas las condiciones se cumplen.
La industria del capital privado, que gestiona fondos que invierten en compañías no cotizadas, tiene billones de dólares en activos bajo gestión. En un mundo donde el retorno de los bonos es ridículo, y algunos tienen rendimientos negativos, muchos grandes inversionistas están desesperados por los rendimientos más altos que los gestores de capital privado logran extraer de los mercados.
Los fondos compran todo tipo de empresas, desde periódicos y tiendas de mascotas hasta consultorios médicos, también incursionan en bienes raíces, préstamos a empresas y startups, pero el corazón de su oficio es utilizar deuda para adquirir empresas y luego venderlas.
En el mejor de los casos, toman empresas en crisis o de bajo rendimiento y las rehabilitan para que crezcan más rápido, creando jugosos rendimientos para los inversores.
Pero el capital privado, que antes operaba en los cómodos márgenes de Wall Street, ahora enfrenta cuestionamientos más duros de políticos, reguladores y activistas. Parte de la naturaleza del private equity es que es difícil para los neófitos ver y comprender la industria, por ello queremos arrojar luz sobre algunas de las formas en que ésta está cambiando las finanzas y la economía.

La fórmula mágica es el apalancamiento… y las comisiones
1. Lo primero que distingue al capital privado de otros tipos de inversión es el apalancamiento. Las adquisiciones generalmente se financian con un gran volumen de deuda que termina endeudando a la empresa adquirida.
Eso significa que la firma de capital privado y sus inversores aportan una cantidad relativamente pequeña de efectivo, obteniendo buenas ganancias si la empresa adquirida se vende con un buen margen de beneficio.
2. Segundo, es una inversión proactiva. Es decir, las firmas de capital privado meten las manos en la empresa adquirida para cambiar la forma en que es administrada. Aunque antes era más común aplicar el tijeretazo bruto para reducir costos e implementar despidos, hoy se practica más la reestructuración y la consultoría operativa, con el objetivo de dejar a las empresas mejor de lo que las encontraron.
Con todo, el modelo de negocio del private equity lo coloca en el primer plano del financiamiento de la economía: cualquier empresa que toque está bajo presión para crear valor para los inversores, y rápido.
3. Por último, las comisiones son altas. Los gestores de cartera convencionales tienen suerte si consiguen que los inversores les paguen el uno por ciento de sus activos al año.
En cambio, la estructura tradicional de las firmas de capital privado es “2 y 20”, una comisión anual del 2 por ciento, más el 20 por ciento de las ganancias por encima de cierto umbral.
Los retornos son espectaculares, pero con sus ‘asegunes’.
Para los inversores el atractivo del capital privado es simple: durante los 25 años que terminaron en marzo, los fondos de capital privado reportaron un retorno anualizado de más del 13 por ciento, frente al 9 por ciento de una inversión equivalente en el S&P 500, según la firma de inversión Cambridge Associates.
Los entusiastas del capital privado dicen que los fondos pueden encontrar un valor que no se consigue en los mercados cotizados, en parte porque los gestores tienen más libertad para reestructurar empresas subvaluadas.
«Hoy no se pueden hacer cambios transformadores en una empresa cotizada», explicó el director gerente de Neuberger Berman Group LLC, Tony Tutrone, en una entrevista reciente. Los grandes inversores institucionales, como los fondos de pensiones y de universidades, también le ven la ventaja de la diversificación: los fondos de capital privado no se mueven en paralelo con el mercado más amplio.
Sin embargo, algunos creen que los inversores deben ser más escépticos. «Hemos visto una serie de propuestas de fondos de capital privado donde los rendimientos realmente no se calculan de una manera que considero honesta», dijo el multimillonario inversionista Warren Buffett en la reunión anual de Berkshire Hathaway Inc. Hay tres objeciones principales.
Una es el valor de las inversiones en empresas no cotizadas es difícil de medir.
Debido a que las acciones de las compañías no cotizadas no se compran y venden constantemente, uno no puede consultar su precio en las cotizaciones en vivo de las bolsas.

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