Los textos integrados y la resistencia al cambio

Los textos integrados y la resistencia al cambio

El hombre ha sido definido como un animal de costumbre. Cualquier situación o evento desconocido o nuevo que signifique una alteración, modificación o perturbación de su costumbre (mores) o hábitos adquiridos,  produce en él una reacción adversa, de temor  o rechazo, una resistencia al cambio. Esa reacción será directamente proporcional al grado de incertidumbre, angustia, expectativas que produzca la propuesta o el hecho mismo. Todo cambio significa ruptura. Un recomenzar, un nuevo aprendizaje.  Abandono de prácticas, costumbres, rutinas, hábitos adquiridos o  heredados  adaptados a un  modo de vida, a un sistema de valores que en un momento determinado y decisivo, no funciona. Atasca las ruedas del molino. Y sin embargo,  pretende perpetuarse. Obstruir  el torbellino de cosas acumuladas que han de estallar para que fluya  nueva vida.  

Todo cambio  impuesto por la naturaleza o por la mano del hombre produce temor o miedo, uno de los cuatro gigantes del alma (el Gigante Negro) del que nos habla y advierte Mira y López, contra el cual debemos luchar a brazo partido para neutralizar su efecto paralizante. Individual o colectivo, resulta  contagioso y ofrece mayor o menor grado de dificultad, de superación, si se tratase de algún fenómeno natural, como la muerte, o catastrófica que revelen la impotencia humana  (muchas provocadas por el accionar del hombre), miedo instintivo, racional o sensato; o producto directo de ambición  humana, temor inducido por diferentes causas, lo que nos lleva a reflexionar sobre sus raíces o, si se prefiere, las motivaciones de la resistencia al cambio.

Los textos integrados, aprobados por el Ministerio de Educación  que han provocado una ola de protestas, objeciones  y rebeldías, es buen ejemplo de ello. Tomo como pie de amigo, con las dispensas necesarias, un pensamiento ajeno con el cual me identifico: “El método de enseñanza segregada, por materias, no ha funcionado. No responde a las necesidades del presente. El método de la enseñanza en la escuela dominicana,  es la memorización, el copypaste y la selección de respuestas múltiples.

El método debe ser cambiado, como debe ser cambiado miles de cosas en la educación dominicana.”  Juzgado por sus resultados, que nos sitúan en el último escalafón, no debe haber discrepancia, sino consenso. Sobre los errores cometidos en su contenido (algunos  garrafales, pero salvables) y otros burocráticos, de edición e impresión donde  faltó mayor asesoramiento y prudencia, las críticas  válidas no deben llegar al extremo de invalidar  lo más valioso del intento: el coraje y la determinación de asumir la necesidad del cambio y de proceder en consecuencia,  como parte de una responsabilidad colectiva y mayor. Terminar con el laissez faire,  provocar el debate, la reacción positiva a lo mejor. Dejar de darle vuelta a la noria, sin alternativa. Negar la propuesta de intereses creados que ilusionaron un bienestar que, por décadas, no se ha producido. Nueva visión, nuevos sistemas y  métodos de enseñanzas se imponen. Esta es labor de expertos y especialistas. Escuchémoslo sin prejuicios, pero con urgencia. Y sobretodo, sin falsos temores. El futuro de la nación, de nuestros niños, no espera.       

Publicaciones Relacionadas

Más leídas