KEDMAY T. KLINGER BALMASEDA
Un tic es un problema en el que una parte del cuerpo se mueve repetida, rápidamente, de repente y sin control. Es un movimiento motor o una vocalización sin finalidad, arrítmica y estereotipada.

Se pueden definir como movimientos involuntarios, de corta duración, no rítmicos, bruscos y repetitivos, que pueden ocurrir en cualquier parte del cuerpo, tales como la cara, las manos o las piernas, mayormente son leves y apenas se notan, sin embargo, en algunos casos son muy frecuentes y severos y pueden afectar muchas áreas de la vida.

Los tics pueden ser motores o verbales. Unos y otros se subdividen en simples y complejos, aunque los límites (marcados por el empleo de uno, pocos, varios o muchos grupos musculares) no están bien definidos.

Muchos aún se preguntan de qué surgen, y la realidad es que hoy en día éste es un tema muy controversial, del cual cada quién justifica su teoría; pero para mí lo que sí parece claro son las causas de índole psicológica que plantean los tics, como una expresión de conflictos no resueltos, ya que es un indicador que se produce cuando se experimentan condiciones de estrés, ansiedad, fatiga e irritabilidad, por lo que refleja un síntoma emergente del problema. A éstos también se les atribuyen factores ambientales y de aprendizaje, sobre todo dentro de la familia.

Según estudios realizados, los tics afectan aproximadamente al 20% de niños y niñas y constituye el trastorno del movimiento más habitual en la infancia. Estos involuntarios movimientos aparecen entre los 6 y 10 años, y los niños afectados son generalmente inteligentes y sensibles, aunque muchas veces se da entre niños cohibidos y tímidos. Los tics se presentan varias veces al día, en ocasiones casi a diario, y suelen desaparecer en la adolescencia, persistiendo muy pocas veces en la edad adulta.

Los tics se agravan y aumentan en presencia de familiares y amigos íntimos, mientras que se reducen al realizar actividades absorbentes que no producen ansiedad. Se dice que los tics aumentan con el estrés, disminuyen con la relajación y desaparecen durante el sueño.

Existen diferentes tipos de tics, entre los más comunes están:

  Los tics motores simples, que son los más frecuentes (el parpadeo o guiño de los ojos, las sacudidas verticales u horizontales de la cabeza y el encogimiento de hombros)

  Los tics motores complejos, que implica el golpearse a sí mismo, saltar y pisotear, pero éstos son pocos frecuentes.

  Los tics fónicos o vocales simples, que se reconoce comúnmente por aclararse la garganta, gruñir, sorber por la nariz, resoplar.

  Los tics fónicos o vocales complejos, que se identifican cuando el niño padece tics del tipo ecolalia (repite las palabras que le dirigen), alilalia (repite sus propias palabras) o coprolalia (emite palabras obscenas).

Los más usuales son los tics transitorios, que se trata de los tics simples, sean únicos o múltiples, motores y/o verbales, y que se presencian al menos durante dos semanas, pero no más de 12 meses seguidos. Se ha comprobado estadísticamente que si los padres no prestan especial atención a los tics y los consideran como algo normal y pasajero, su evolución es buena y en un plazo que habitualmente varía entre unos cortos meses cesan sin dejar secuelas, ahora, cuando éstos perduren por más de un año y se incremente su intensidad, sí debe requerir inmediatamente la asistencia de un profesional de la salud.

Es importante que tengamos en cuenta, que el tratamiento de los tics exige, ante todo, una actitud tranquila por parte de la familia. Los tics son manifestaciones semivoluntarias y difícilmente controlables, pero que suelen aumentar en momentos de ansiedad. Si el niño se ve vigilado, reconvenido, culpado o menospreciado a causa del tic, le va a aumentar la ansiedad, con lo que aumentarán los tics.

La mayoría de los casos de tics se resuelven espontáneamente, pero en algunos casos el tratamiento especializado puede ser necesario. La medicación ataja el síntoma, pero no elimina la causa de los tics.