Los tiempos buenos

Los tiempos buenos

DANILO CRUZ PICHARDO
La tasa de cambio ha bajado de forma significativa y, consecuencialmente, también ha visto reducir sus precios muchos artículos de consumo masivo, incluyendo los de la canasta familiar, lo que llevaría a pensar que se acercan los tiempos buenos que de manera reiterativa anunció Hipólito Mejía en la pasada campaña electoral.

A la población dominicana, independientemente de colores políticos, le satisface que baje la denominada prima del dólar, porque su descenso significa reducción de los niveles inflacionarios y mayor poder adquisitivo de parte de la gente. Y si no fuera por la reforma tributaria, posiblemente necesaria para resolver el déficit fiscal, la baja en los precios de los artículos fuese mucho más sustanciosa. De todos modos, al margen de actitudes partidaristas y mezquinas, hay que reconocer el éxito económico que ha tenido el gobierno del PLD en menos de dos meses de gestión.

Si la cotización del dólar norteamericano sigue perdiendo valor en el mercado cambiario, si se resuelve el problema de los apagones y se elimina la ola de violencia y delincuencia nuestro país se convertiría en una especie de «tacita de cristal», del cual no saldría jamás, al menos que (a los 48 años que cumpliré el mes que viene) me firmen como pelotero y con un jugoso contrato, similar al de Alex Rodríguez.

Me he detenido a pensar en las posibles causas que han hecho descender la tasa de cambio y la verdad que las razones no se ven, porque el gobierno no encontró reservas monetarias (divisas fuertes) en el Banco Central ni ha tomado medida alguna que en tan corto tiempo produzcan esa significativa caída. La única razón (estoy especulando) podría ser la confianza.

Se desprende, pues, que el pasado gobierno del presidente Mejía y el PPH no gozaba de la menor confianza de los sectores determinantes en el desenvolvimiento económico de la nación. ¿Y esa desconfianza? ¿Hipólito Mejía es enemigo de los sectores poderosos del país? ¿Es comunista? Nada de eso. Contrariamente, Hipólito, en el plano nacional, buscaba siempre amistades con miembros de la oligarquía y en lo que toca a su política exterior fue complaciente e incondicional con los Estados Unidos.

Su gobierno fracasó porque él no ofertaba la imagen del estadista tradicional dominicano (esa chabacanería los ricos no la asimilan), lucía desordenado, excesivamente permisivo con los miembros de su gabinete, no hacía cambios y, ante la población humilde, exhibía indolencia cuando respondía con chistes a preguntas relacionadas a los graves problemas de la sociedad dominicana. Además, se pasó de grosero, repartiendo ofensas al por mayor y al detalle y de forma innecesaria. El relajo se generalizó y en un ambiente similar la economía no podía registrar mejoría.

Hipólito procuraba ofertar una imagen de «súper macho», pero demostró falta de autoridad y gran debilidad por aquellos que él dice que son sus amigos. Cuando un funcionario se siente apoyado y sabe que no se le va a destituir se le está dando un mandato para hacer y deshacer, razón determinante en los altos niveles de corrupción administrativa registrados en la pasada gestión.

Siempre se dice que el ejemplo viene de arriba. Y el antiguo jefe de Estado ponía el peor ejemplo, cuando el país parecía que se caía a pedazos (largos apagones, la tasa de cambio casi al 60 por uno, los precios de los artículos y los servicios subiendo diariamente), mientras este hombre, electo el 16 de mayo del año 2000 para que solucione los problemas, prefería irse a jugar dominó o a presenciar peleas de gallo. ¡Qué barbaridad!

El ingeniero Mejía no fue capaz de admitir sus errores ni anunciar a la población una rectificación de sus equivocadas políticas. Y unos cuantos cómicos, funcionarios inescrupulosos que se enriquecieron del erario, le hicieron creer al antiguo mandatario que sólo con él se ganaban las elecciones del pasado 16 de mayo, pese a que todas las encuestas de opinión coincidían en revelar que era el político con la mayor tasa de rechazo. Su tasa de rechazo estuvo rondando el 65 por ciento.

Ahora parece que vienen los tiempos buenos, los mismos que Hipólito Mejía anunció en la pasada campaña electoral, consciente de que perdería las elecciones y sólo así mejorarían las cosas. Con menos de dos meses de gobierno y sin tomar ninguna medida el doctor Fernández logra bajar significativamente la tasa de cambio, lo que motiva que los peledeístas se estén riendo con la muela de atrás, mientras los pepehachistas retornan al partido, después de su tours de cuatro años, caracterizado por la parranda y la francachela, lleno de prepotencia, pretendiendo botar a dirigentes y amenazando diariamente a los legisladores.

Para nada quieren asimilar la experiencia de los dirigentes de la Internacional Socialista de México, España y Panamá, los cuales, al perder las elecciones, cedieron sus respectivas posiciones a otros compañeros y así contribuyeron al retorno del poder político de sus organizaciones.

El PPH fue que acabó de fracasar en el gobierno y de ser rechazado de forma aplastante en la contienda electoral. ¿Cómo pretende quedarse al frente del PRD, con la moral en el suelo, para presentar nuevamente candidaturas nacionales en los comicios del 2008, sin la gente haber olvidado esa dolorosa experiencia?

Son insaciables y de ambiciones desmedidas, al extremo de protestar las designaciones al Parlacen de Rafa Gamundy, Henry Mejía y Oviedo. Un miembro del PPH, según me cuentan, quería esas posiciones para él, la esposa y un cuñado.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas