A pesar de las singulares características de cada coyuntura electoral, desde el 27 de febrero de 1844 hasta la fecha; nadie ocupó la presidencia sin la previa concreción de un pacto de cohesión interna y, otro con los poderes fácticos del país. Dentro de ese contexto, hasta los dictadores y autócratas que hemos tenido han llegado al poder con grandes alianzas. Por ejemplo, a Santana y Báez lo impusieron los más conservadores de los independentistas, a Lilis todas las fuerzas vivas de los restauradores, a Trujillo los invasores y la confederación de partidos y, a Balaguer los Yankees y toda la reminiscencia trujillista.
(1er Camino). Reelección al Son de Maquiavelo.
Al margen de que soy partidario del modelo estadounidense contentivo en su enmienda 22 de 8 años y nunca jamás, he dicho que la reelección no puede ser vista en blanco y negro; en virtud de que, nosotros no tenemos definida una teoría conceptual sobre la misma. Y, tampoco se puede olvidar de que en política se hace lo que conviene. Por eso, no hay que ser Joseph Napolitan ni George Kennan para ver que son previsibles los aprestos reeleccionistas. Aun, cuando se ha prometido en varias ocasiones que ese sería un tema cerrado. Empero, no olvide nadie el principio maquiavélico de que, “quien desee éxito constante debe cambiar su conducta con los tiempos”.
Asimismo, fuera de lo engorroso que sería la presencia de una nueva reelección, no se puede recatar que Medina sigue siendo el principal activo político del PLD y del país. Motivo por el cual, en el esquema clientelar en que vivimos; no creo que ningún legislador termine siendo paladín o mártir de la constitución. Toda vez que, la máxima parsoniana nos enseñó “que el poder se manifiesta por la fuerza, la persuasión y la compensación”. En otras palabras, que nadie sueñe porque habrá reforma para reelección o habilitación; pues como dijo el escritor español Vicente Blasco, “el ambiente que nos rodea es demasiado real para que queramos cultivar en las ilusiones”.
(2do Camino). El Pacto de la Desconfianza.
En economía y en el ejercicio de la política, el elemento intangible de mayor importancia es la confianza. Por tanto, fue esa acrisolada certidumbre la que preconizó los triunfos del PLD; aun cuando en el seno de su logia siempre ha existido la diversidad de criterios. Sin embargo, las apetencias desmedidas y mal encausadas de dos corrientes, han propiciado que se vean unos a otros como los tartufos de Molière. Por tal razón, se han alejado del realismo político de Morgenthau para abrazar sentimientos de escepticismo e incredulidad. En suma, si las causas exógenas y endógenas imposibilitan la reelección; tendrán que asumir el famoso axioma de “es mejor un mal arreglo que un buen pleito”.
En ese sentido, he sostenido la tesis de que aun con el evidente crecimiento del PRM, el insoslayable desgaste natural del PLD y de la manifiesta oposición de EE.UU., el principal problema del PLD no es si ganará las elecciones o quien será el candidato para el 2020; su grave problema es que no puede perder. A partir de esa lógica, indefectiblemente el comité político está compelido a promover una vez más el sistema Bismarckiano; con la novedad de que, ahora no se estaría firmando ni el frente patriótico, ni el de la concertación patriótica, ni el de los 15 puntos sino; un matrimonio de ricos donde el amor no existe ni existirá, pero donde los intereses mutuos unen hasta judíos y musulmanes.
(3er Camino). Ni Roboam ni Jeroboam.
Hoy que la tirantez entre las dos corrientes mayoritarias en el PLD ha traspasado la lógica de la política vernácula, es muy fácil escuchar que ni Danilo ni Leonel deberían aspirar para dar paso a otro, toda vez que; ambos son fuentes de división y conflicto. Pero, cuando externé esa premisa hace dos años parecía un concepción extemporánea y descabellada, máxime; cuando también agregué que hasta funcionarios estarían en contra de otra posible reelección. Con el agravante, de que las heridas han traspasado el plano político, tanto que; ni siquiera un delfín propuesto por ninguna de las dos partes sería apoyado por la otra.
Por consiguiente, el escenario es propicio para evitar una conflagración que encamine al PLD a salir del poder y, evitar con ello; que una parte sea vejada y vilipendiada en los tribunales, que otra sea cualquierizada y que el partido entero sea descalabrado. En virtud de ello, la decisión más inteligente debe ser apoyar a un candidato situado en el centro de ambos, que no pertenezca a ninguna de las dos corrientes como es el caso del Ing. Rhadamés Segura; no solo por su dilatada militancia y aportes al partido sino, porque todos los demás aspirantes ellos mismos se colocaron y se vendieron como delfines de una de las corrientes en conflicto. En su defecto, sería sentarnos a esperar cuál de ellos se convierte en Roboam y en Jeroboam.