JUNEAU, Alaska, EE.UU.— Miles de turistas llenan cada día un paseo marítimo en la capital de Alaska, desembarcando de los cruceros que se alzan sobre el centro urbano. Los vendedores ofrecen rutas por la costa e hileras de autobuses esperan para llevar a los visitantes, muchos de ellos hacia la estrella de la zona: el glaciar Mendenhall.
Los visitantes se abaten sobre el glaciar, una irregular masa de azul, blanco y azul, ya sea desde helicópteros que lo sobrevuelan o desde el suelo en kayak, canoas o a pie. Llega tanta gente para ver el glaciar y otras maravillas de Juneau que la principal preocupación de la ciudad es cómo gestionarlos a todos, dadas las previsiones de cifras récord este año. Algunos vecinos huyen a lugares más tranquilos en verano, y un acuerdo entre la ciudad y la industria de cruceros limitará el número de barcos para el año que viene.
Pero el cambio climático está derritiendo el glaciar Mendenhall. Retrocede tan deprisa que para 2050 ya no será visible desde el centro de visitantes que antes se alzaba ante él.
Eso ha planteado otra pregunta que la ciudad apenas empieza a considerar: ¿qué ocurrirá entonces?